Ideas, sueños, fantasías, rabias, conspiraciones, ternuras, fanatismos y preocupaciones de un peruano formado al ritmo de las canciones de Hola Yola, el Vaso de Leche del Tío Johnny y la Reforma Educativa del General Velasco. Que se iba a la camita con el Topo Gigio y juntaba sus álbumes de Editorial Navarrete. Algo más.... Twist y nada más
marzo 22, 2016
EL VECO Y BOROCOTÓ
marzo 11, 2016
EN DEFENSA DE NADINE
marzo 10, 2016
SILVIO VALENCIA Y EL PERIODISMO DE PERIODISTAS
Gonzalo Núñez, Beto Ortiz, Roberto Challe (el de El Bocón), Milagros Leiva, Depor, entre otros, son “caseritos” en mis clases de periodismo. De cómo no hacer periodismo, quiero decir. Más de una vez mis sorprendidos alumnos me han preguntado si está bien criticar así a los “coleguitas”. ¿Se puede hacer periodismo de periodistas? Y por supuesto que les respondo con la fundamentación debida.
Que yo sepa, la primera persona que empleó el concepto “No hay que hacer periodismo de periodistas” fue El Veco. Y había que escucharlo pues no era cualquiera, lo decía nada menos que un portento del periodismo deportivo en nuestro país y en el Río de la Plata. Sin embargo, El Veco se equivocó. Como se equivocó Napoleón, como en 1920 se equivocó el New York Times al decir que los viajes espaciales eran una locura, o como se equivocó Mike Smith, máximo ejecutivo de Decca Records de Londres, al escuchar por primera vez a The Beatles y decir que no servían “pues la guitarra estaba en vías de extinción”.
Todos eran expertos y se equivocaron. Podría poner más ejemplos, pero no es el tema. Con todo el cariño que le tengo al Veco, a quien conocí y tuve la suerte de entrevistarlo algunas veces en su departamento de San Isidro, como tantos grandes, él también se equivocó.
Pasa que El Veco era de una época del periodismo donde no había Silvios Valencias ni Milagros Leivas. No tantos por lo menos. Hoy abundan, por eso el oficio sufre la peor crisis de su historia. Es un incendio y solo quedan dos opciones: tirar agua o quedarse a ver como se achicharra todo. Tú verás lo que haces. Yo tiro agua.
Creo que el escándalo de Silvio Valencia ha servido para entender que sí se debe hacer periodismo de periodistas.
Si tú realizas una actividad y alguien la ensucia, es tu obligación denunciar al que malogra la plaza. Por ejemplo, si eres un buen electricista y un colega realiza un servicio, pero roba algo de la casa donde trabajó, lo más seguro es que con esa simpleza que tiene la gente, de inmediato se generalice la idea de que los electricistas son rateros.
Si alguien hace daño al oficio hay que denunciarlo.
Me reafirmo en esta idea, pero más importante es lo que dice el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo.
“La solidaridad gremial se entiende como el esfuerzo conjunto para progresar personal y profesionalmente. La de los periodistas es, pues, una unión para ser mejores no una mafia que fortalece mecanismos para hacer el mal”.
Duro pero exacto.
Lo más fácil es no pronunciarse. Callarse. Pasar piola y no decir nada. No te ganas líos y “nunca quedas mal con nadie”. ¿Se acuerdan de Los Prisioneros? Es muy fácil decir: lo decía El Veco por eso lo repito. Lo difícil es disentir y pensar por uno. Lo difícil es llamar a las cosas por su nombre. Ya está dicho, los expertos se equivocan.
Uno de los graves problemas que tenemos los peruanos es la falta de autocrítica. Chile, Alan, Fujimori, la izquierda, Sendero Luminoso, Toledo, Humala, Velasco, el árbitro y Pizarro, son los responsables de nuestras desgracias. Y claro que tienen su responsabilidad. En algunos casos enorme. Sin embargo, muchas veces solo nos quedamos en eso. La culpa siempre la tiene el otro. Esa falta de vernos como somos y criticarnos es uno de los cánceres de país.
Y en el periodismo es galopante.
Hay una malentendida solidaridad gremial con quienes cometieron flagrantes delitos. Incluso, algunos con denuncias de violación de menores. Tampoco se trata de hacerles la cruz y proscribirlos de por vida. El problema es que no hay una real capacidad de rectificar y encima, como se trata de gente con talento, terminan siendo líderes de opinión. Y el periodismo por los suelos.
Sigo citando a Restrepo: “El tema tiene que ver, también, con la necesidad de la autocrítica como mecanismo para mejorar. Críticas y autocríticas son necesarias porque dejan ver las debilidades y los errores que estorban el progreso personal y profesional. Cuando esas debilidades se perciben, es más cierta la posibilidad de un progreso porque corregir errores y superar debilidades son pasos indispensables para progresar”.
Criticar es avanzar. Cuando entendamos que el error es parte del aprendizaje, empezaremos a crecer como periodistas, pero algo mejor aún, empezaremos a crecer como personas y como país.
febrero 13, 2016
CARTA A MI HIJO ADRIANO
enero 12, 2016
"LA CORRUPCIÓN DE LA POLÍTICA ES UN PROBLEMA HEGEMÓNICO EN EL PERÚ"
Basta.
Aquí la entrevista y algunas de sus frases que más me impactaron.
enero 08, 2016
EL HINCHA
diciembre 21, 2015
EL NACIMIENTO EN LA EDAD MEDIA (Y EL QUE HACÍA MI MAMI ROSA)
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MASCHERANO Y JEAN VALJEAN
noviembre 19, 2015
EL LIBRO, ESE INVENTO DEL DEMONIO
noviembre 11, 2015
EL AMOR MÁS ANTIGUO
Alianza Lima es el amor más antiguo que tengo. Saquemos cuenta. Mi vieja y mi hermana, que eran toda mi familia, ya no están. A mi esposa, a quien adoro, la conozco hace 15 años, mi hijo mayor tiene 34, el menor, 3 y, como es obvio, todos llegaron después de Alianza.
Y como yo varios.
Y es que el amor por un club muchas veces reemplaza a ese amor familiar ausente, escaso o negado.
La relación con tu equipo es hermosa pero, como es lógico, también tiene sus problemas, pues ninguna relación humana es fácil. Discutimos con nuestros padres a pesar de habernos dado la vida, nuestros hijos no entienden nuestras decisiones y se molestan por eso y nuestras parejas, a pesar del “amor eterno” que decimos profesarles, pasan como si nada hasta que te encuentras con la definitiva. Tu club en cambio, es un amor para siempre, constante y el único que no admite traiciones. No conozco algún club que haya traicionado a sus hinchas, y menos que un fanático haya sacado la vuelta a su equipo yéndose al rival de siempre. Eso es imposible. Tan degenerados no somos los seres humanos.
Abandonar a un hijo es la aberración más grande que pueda cometer un ser humano. Tal vez el parricidio sea un delito que se iguale en bestialidad. Incomprensible. Con esto el hombre demuestra que es capaz de la mayor locura. Pero nunca tanto. Que se sepa, nunca en la historia hubo algún desalmado que negó a su club y lo abandonó por otro. O sea, soy del equipo H pero porque hace tres fechas que no gana me voy con el equipo X. Imposible. Te puedes molestar y hasta alzar la voz a jugadores, dirigentes o entrenador, pero pasada la calentura, volverás a alentar a tu equipo. ¿Cuánto tiempo puedes pasar molesto con tu club? De joven a mí me duraba horas. Hoy minutos. A otros les durará tal vez una fecha, porque la próxima vez que salte a la cancha el equipo de tus amores irremediablemente dejarás la garganta alentándolo.
El amor al equipo se renueva fecha a fecha.
Obviamente hablo de los buenos hinchas, no de los que dicen serlo, de los que se ponen la camiseta del campeón o de los que lo hacen por moda, que por supuesto que existen, y varios.
Las parejas se rompen, los amigos se van o podrían hacerlo. Y hasta te traicionan. Pero tu club nunca te deja, siempre está dispuesto a darte una alegría. Aunque nuestro arco se llene de goles, igual su intención siempre será alegrarnos la vida. Vernos felices. Creo que después de nuestros padres, el club es quien más desea hacerte feliz. Ya sé que este objetivo no lo logran siempre, pero toda la vida, irremediablemente, el equipo de tus amores salta al campo con la ilusión de que todo el estadio festeje una goleada, o un triunfo holgado, o cuando menos uno agónico, o aunque sea un empate en el último minuto. Ya, por lo menos una derrota digna, y aunque esto no suceda, y nos llenen la canasta, la ilusión siempre fue la misma, que las tribunas se caigan de contentas festejando un triunfo.
Y ¿qué te pide a cambio ese equipo? Aplausos, gritos y confianza. Nada más.
Qué generoso es el fútbol.
No conozco a nadie que en su sano juicio haya abandonado a su club. Un niño tal vez, pero un adulto no. Si conocen a alguien que lo hizo pasen la voz, tendrá un lugar de privilegio en el museo de lo imposible junto al unicornio azul que se le perdió a Silvio Rodríguez. Como decía alguien por ahí, puedes cambiar de religión, de estado civil, hasta de sexo; pero jamás cambiarás de equipo. El amor por un club es el único que es para siempre.
En su sano juicio dije, pero ni siquiera ese es un extremo. Tuve un amigo que se metió a las drogas y finalmente murió por la vida de excesos. La droga lo había enloquecido. Hablaba incoherencias, le robaba a sus amigos y hasta le alzaba la mano a su padre. Pero siempre se dijo hincha de Alianza. La locura le hizo olvidar el respeto por padres y amigos, pero el trastorno jamás le cambió el amor por su equipo.
En los años 60 Vargas Llosa se declaró de izquierda y hasta alabó los primeros años de la Revolución Cubana, luego se volvió su más duro crítico y representante del liberalismo más radical. En las últimas décadas la iglesia católica perdió cientos de fieles que encontraron en otras creencias su camino a la salvación. Pero más allá de ideologías y “fes”, los clubes de fútbol gozan de una credibilidad y confianza que ya quisieran partidos políticos o iglesias. No hay club en el mundo, y que levante la voz quien pueda demostrar lo contrario, repito, no hay club en el mundo, que baje sus adeptos. Al contrario, cada día un desquiciado hincha se compra la camiseta, distintivo suficiente para ser aceptado en la tribu. Y desde entonces su vida transcurrirá entre tribunas, tablas de posiciones y próximas fechas, tal vez, sus lecturas más profundas en adelante.
El amor por tu club, el único para toda la vida.
EL PERDEDOR
Me gustaba el box. Ya no. Disfruté mucho la época de los 80. Ray “Sugar” Leonard, Roberto “Mano de Piedra” Durán, Tomy Hearns, Marvin H...
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