marzo 22, 2016

EL VECO Y BOROCOTÓ


Siempre amé la radio. De niño mi juguete favorito era una radio/tocadisco azul con la que dormía abrazado. Mi vieja me advertía sobre el gasto de electricidad, pero yo igual pasaba la vida con el oído pegado al parlante. Ahí, escuchaba al inigualable Ronco Gámez, al incomparable Pocho Rospigliosi y a todo su plantel de Ovación en radio El Sol, a Iván Márquez con su Eva y yo, y a la mejor de todas, Diana García y su programa, Tú, yo y … mis discos. Claro que escuchaba a otros, pero a estos los recuerdo más.
Siempre amé la radio pero cuando escuché al Veco decidí que tenía que trabajar ahí. Nunca me imaginé que se pudiera hacer periodismo deportivo en esa tesitura. En Las Mañanas del Veco claro que tenían información, pero también había emoción, sensibilidad, ternura. Historias alucinantes. Recuerdo con mucho cariño ese programa.
La gran diferencia entre el periodista uruguayo y sus colegas era la enorme sensibilidad que le imprimía a sus comentarios. Claro que era un gran analista, pero me llamaba más la atención el tono emotivo con que contaba sus historias. No pocas veces lo escuché con la voz quebrada luego de narrar algún cuento o contar una anécdota.

marzo 11, 2016

EN DEFENSA DE NADINE


No, no voy a defender a Nadine. Chamba muy complicada. Prefiero realizar actividades más simples como limpiarle los dientes a un tiburón o trabajar en el make up de Laura Bozzo. En realidad el titular no es real. Es mentira. Lo puse para que usted lea mi nota, para que se interese. Pero, ¿el periodismo puede mentir? Claro. Por supuesto. No importa. En estos tiempos donde todo se compra y todo se vende, la prensa puede mentir impunemente, todo con tal de conseguir la atención del lector.
Una muestra de esto es el diario Exitosa. Mienten y encima lo admiten a viva voz. El 16 de octubre en la portada del suplemento La Kalle publicaban que el entrenador de la selección peruana de fútbol Ricardo Gareca se iba y que en su reemplazo llegaba el colombiano Reinaldo Rueda. En su programa de radio, un sorprendido Gonzalo Núñez preguntó a los responsables de ese suplemento si era cierta la noticia aparecida en portada, a lo que respondieron:

-                ¿Te enganchó el titular del periódico? ¿Pagaste tu china y compraste? Caíste pues, caíste redondito.

Un obnubilado Núñez insiste y les pregunta si se trata de eso, de engañar al público. Los responsables no tienen reparos en exponer sus intenciones.

marzo 10, 2016

SILVIO VALENCIA Y EL PERIODISMO DE PERIODISTAS

Gonzalo Núñez, Beto Ortiz, Roberto Challe (el de El Bocón), Milagros Leiva, Depor,  entre otros, son “caseritos” en mis clases de periodismo. De cómo no hacer periodismo, quiero decir. Más de una vez mis sorprendidos alumnos me han preguntado si está bien criticar así a los “coleguitas”. ¿Se puede hacer periodismo de periodistas? Y por supuesto que les respondo con la fundamentación debida.

Que yo sepa, la primera persona que empleó el concepto “No hay que hacer periodismo de periodistas” fue El Veco. Y había que escucharlo pues no era cualquiera, lo decía nada menos que un portento del periodismo deportivo en nuestro país y en el Río de la Plata. Sin embargo, El Veco se equivocó. Como se equivocó Napoleón, como en 1920 se  equivocó el New York Times al decir que los viajes espaciales eran una locura, o como se equivocó Mike Smith, máximo ejecutivo de Decca Records de Londres, al escuchar por primera vez a The Beatles y decir que no servían “pues la guitarra estaba en vías de extinción”.


Todos eran expertos y se equivocaron. Podría poner más ejemplos, pero no es el tema. Con todo el cariño que le tengo al Veco, a quien conocí y tuve la suerte de entrevistarlo algunas veces en su departamento de San Isidro, como tantos grandes, él también se equivocó.

Pasa que El Veco era de una época del periodismo donde no había Silvios Valencias ni Milagros Leivas. No tantos por lo menos. Hoy abundan, por eso el oficio sufre la peor crisis de su historia. Es un incendio y solo quedan dos opciones: tirar agua o quedarse a ver como se achicharra todo. Tú verás lo que haces. Yo tiro agua.

Creo que el escándalo de Silvio Valencia ha servido para entender que sí se debe hacer periodismo de periodistas.

Si tú realizas una actividad y alguien la ensucia, es tu obligación denunciar al que malogra la plaza. Por ejemplo, si eres un buen electricista y un colega realiza un servicio, pero roba algo de la casa donde trabajó, lo más seguro es que con esa simpleza que tiene la gente, de inmediato se generalice la idea de que los electricistas son rateros.

Si alguien hace daño al oficio hay que denunciarlo.

Me reafirmo en esta idea, pero más importante es lo que dice el maestro de periodismo Javier Darío Restrepo.

 

“La solidaridad gremial se entiende como el esfuerzo conjunto para progresar personal y profesionalmente. La de los periodistas es, pues, una unión para ser mejores no una mafia que fortalece mecanismos para hacer el mal”.

 

Duro pero exacto.

 

Lo más fácil es no pronunciarse. Callarse. Pasar piola y no decir nada. No te ganas líos y “nunca quedas mal con nadie”. ¿Se acuerdan de Los Prisioneros? Es muy fácil decir: lo decía El Veco por eso lo repito. Lo difícil es disentir y pensar por uno. Lo difícil es llamar a las cosas por su nombre. Ya está dicho, los expertos se equivocan.

Uno de los graves problemas que tenemos los peruanos es la falta de autocrítica. Chile, Alan, Fujimori, la izquierda, Sendero Luminoso, Toledo, Humala, Velasco, el árbitro y Pizarro, son los responsables de nuestras desgracias. Y claro que tienen su responsabilidad. En algunos casos enorme. Sin embargo, muchas veces solo nos quedamos en eso. La culpa siempre la tiene el otro. Esa falta de vernos como somos y criticarnos es uno de los cánceres de país.

Y en el periodismo es galopante.

Hay una malentendida solidaridad gremial con quienes cometieron flagrantes delitos. Incluso, algunos con denuncias de violación de menores. Tampoco se trata de hacerles la cruz y proscribirlos de por vida. El problema es que no hay una real capacidad de rectificar y encima, como se trata de gente con talento, terminan siendo líderes de opinión. Y el periodismo por los suelos.

Sigo citando a Restrepo: “El tema tiene que ver, también, con la necesidad de la autocrítica como mecanismo para mejorar. Críticas y autocríticas son necesarias porque dejan ver las debilidades y los errores que estorban el progreso personal y profesional. Cuando esas debilidades se perciben, es más cierta la posibilidad de un progreso porque corregir errores y superar debilidades son pasos indispensables para progresar”.

Criticar es avanzar. Cuando entendamos que el error es parte del aprendizaje, empezaremos a crecer como periodistas, pero algo mejor aún, empezaremos a crecer como personas y como país.

 

febrero 13, 2016

CARTA A MI HIJO ADRIANO

Carta a mi hijo Adriano de 3 años:

Me emocioné mucho cuando el domingo tu tío Fernando te preguntó de qué equipo eras y dijiste que de Alianza. La emoción es, principalmente, porque nunca te enseñé que dijeras eso. Me parece absurdo e invasivo hacerlo cuando eres tan chico. Tal vez más adelante te vaya aplicando dosis moderadas de aliancismo. A estas alturas me parece irrespetuoso. Claro que me gustaría que fueras de Alianza y que lo grites con todas tus fuerzas, pero me interesa mucho más tu independencia, tu libertad. Sé que un padre termina modelando a sus hijos a su gusto, pero hay límites. A esta edad hay cosas más importantes para ti y lo respeto.
Nunca te dije que fueras de Alianza por lo menos conscientemente. Es cierto que cuando solo tenías un mes publiqué una foto tuya en el Bocón con la blanquiazul, y que cuando juega Alianza me pongo la camiseta, pero es imposible que relaciones colores con equipo y mucho menos con el nombre y encima que tú te digas de ese equipo. Eres tan chico que es increíble. Me sorprendió tu respuesta. Me dio mucha alegría.
No sé por qué dijiste que eras de Alianza, pues ni siquiera te llevé a Matute y por ahí escuchaste canciones o gritos con el nombre del equipo. No te llevo aun a la Caldera porque considero casi un delito llevar a un menor al estadio. Tal vez a partir de los 6 años, pero tan pequeño puede ser traumático. Llevar a un bebé a la tribuna no tiene nada que ver con el amor al club y sí mucho con la ignorancia y egoísmo de los padres. Es el típico papá que piensa primero en él y luego en su hijo. Hay tantos…

Luego de escuchar esa respuesta pensé mucho que tal vez termines siendo de Alianza. Qué felicidad sería. No sé si llegarás a ser tan fanático del equipo como tu hermano o yo, tampoco sé si es recomendable. En todo caso, próximo a entrar a esta religión creo necesario darte unos consejos que debes ir aplicando gradualmente. No de niño, en donde estaré yo para guiarte en tus idas al estadio, sino de grande, cuando ya empieces a caminar solo por la vida. Ahí van:

enero 12, 2016

"LA CORRUPCIÓN DE LA POLÍTICA ES UN PROBLEMA HEGEMÓNICO EN EL PERÚ"

    César Hildebrandt ofreció una entrevista a IDL radio. Como siempre estupendo, lacerante y muy autocrítico. Esa autocrítica que nos falta en todos los órdenes. Esa autocrítica que son los huevos que no tenemos para aceptar nuestras flaquezas. Porque aceptando nuestras debilidades empezaremos a crecer. 
    Basta.
    Aquí la entrevista y algunas de sus frases que más me impactaron.

enero 08, 2016

EL HINCHA



Termina el campeonato local y más que destacar la actuación del club campeón, la eficacia del delantero más contundente o la concentración del defensa impasable, quiero resaltar el fervor del hincha de fútbol.

El hincha es el último romántico.
En un mundo donde el consumismo y la superficialidad son la nueva religión, donde la conveniencia es una filosofía y el interés un nuevo dios, el hincha elige soñar. Y mantiene orgulloso una pasión que termina imponiéndose a la realidad más dura.
Y por supuesto que no es fácil pues gracias a esa especial forma de amar, muchos lo llaman chiflado, perturbado, maniático, enajenado o loco. No le importa, pues ese desequilibrio le permite transitar sin problemas el difícil terreno futbolero, borrando esos límites que separan sueño de realidad, pasión de lógica, conocimiento de intuición.

diciembre 21, 2015

EL NACIMIENTO EN LA EDAD MEDIA (Y EL QUE HACÍA MI MAMI ROSA)


El Nacimiento más lindo que vi en mi vida lo hacía mi tía Rosa. Le decía “mami” porque ayudó a mi vieja a criarme. Ese nacimiento era enorme. Gigante. Ya sé que soy exagerado y que además la distancia agranda las cosas, pero no creo estar muy lejos de la verdad si digo que el primer día de diciembre, media sala de esa casa/tienda de la Plaza Raimondi de Barranco, era ocupada por un hermoso nacimiento que todo el barrio venía a ver.
Era un enorme cerro, en realidad creo que varios, en los que se veían escenas de la vida rural en Belén. Vacas, carneros, becerros, lagunas con patos… Sí, mi tía los hacía poniéndolos sobre un espejito que daba la sensación de agua. Pastores, niños, y por supuesto, Reyes Magos. Y al final, en la punta de todo este paisaje, la Familia Sagrada. 

diciembre 10, 2015

MASCHERANO Y JEAN VALJEAN


No tengo dudas: Víctor Hugo se inspiró en Mascherano para crear a su personaje del padre Myriel.
Leo Los Miserables por primera vez, ¿cuántas veces lo haré, tantas como Madame Bovary?, y de arranque me sorprendo con el padre Myriel. De inmediato me viene a la cabeza la imagen del jefecito Mascherano y “Chiquito” Romero.
La historia es conocida y por lo menos a mí me conmovió. Argentina jugaba ante Holanda su pase a la final del mundial Brasil 2014. Empatan, definirán por penales. Nervios lógicos, rezos y en ese momento más que nunca, una fe ciega en las cábalas. La ruleta de los penales, instancia sometida al estado emocional de los protagonistas, decidirá al rival de Alemania. Argentina puede llegar a una final después de 24 años y su contrincante puede ser, ironía de la vida, el mismo. El fútbol y su muchas veces inexplicable, pero repetido simbolismo.
De pronto la señal internacional se enfoca en Mascherano y Romero. El Jefecito habla y el arquero cabeza gacha, escucha como un niño lo haría ante su padre:

“Hoy te convertís en héroe”.

La palabra del Jefecito no se oye solo se presiente, pero igual retumba en todo el planeta.

Todo esto me vino a la cabeza leyendo Los Miserables.

Me explico.

Pienso en la contundente frase de Mascherano y lo importante que alguien crea en uno. No es común que en un momento difícil, así se encontraba Romero, alguien se acerque y te apoye. Cada uno está en lo suyo y piensa poco en el otro. Y como es lógico Romero está muerto de miedo. En el mejor de los casos alguien se acerca y le dirá la recurrente como inservible frase hecha. De pronto viene Mascherano y con autoridad, casi como una orden, lo mira a los ojos y le lanza la sentencia.

“Hoy te convertís en héroe”.

Igual de desamparado se encontraba Jean Valjean. Claro que hay diferencias. Para empezar no era arquero. Aunque el título lo sugiera, Los Miserables no es una historia de fútbol. Valjean era un delincuente que había estado en la cárcel casi dos décadas y literalmente era un apestado. Salió libre y nadie lo quería recibir debido a su pasado.

Con ustedes Jean Valjean:

“Me llamo Jean Valjean: soy presidiario. He pasado en la cárcel diecinueve años. Estoy libre desde hace cuatro días…hoy anduve doce leguas a pie. Al llegar a esta ciudad entré en una posada, de la cual me despidieron a causa de mi pasaporte amarillo, que había presentado en la alcaldía, como es preciso hacerlo. Fui a otra posada, y me echaron fuera lo mismo que en la primera. Nadie quiere recibirme. He ido a la cárcel y el carcelero no me abrió. Me metí en una perrera, y el perro me mordió. Parece que sabía quién era yo. Me fui al campo para dormir al cielo raso; pero ni aun eso me fue posible, porque creí que iba a llover y que no habría un buen Dios que impidiera la lluvia; y volví a entrar en la ciudad para buscar en ella el quicio de una puerta. Iba a echarme ahí en la plaza sobre una piedra, cuando una buena mujer me ha señalado vuestra casa, y me ha dicho: llamad ahí. He llamado: ¿Qué casa es ésta? ... “todo el mundo me tiene miedo. ¿Queréis vos recibirme? ¿Es esta una posada?”

Nadie lo quería. Hasta los perros lo rechazaban. Pero decir nadie es muy contundente cuando hay personas como el cura Bienvenido Myriel. Sin saber nada de él, y a pesar de esta presentación, lo recibe, confía. Esa confianza ciega y absurda me hizo recordar la escena de Mascherano y Romero. Cuando Myriel le da casa y comida, Valjean lógicamente se sorprende.

 “¿Me recibís? ¿No me echáis? ¿A mí? ¿A un presidiario? ¿Y me llamáis caballero? ¿Y no me tuteáis? ¿Y no me decís: "¡sal de aquí, perro!" como acostumbran decirme?. Yo creía que tampoco aquí me recibirían; por eso os dije en seguida lo que soy. ¡Oh, gracias a la buena mujer que me envió a esta casa voy a cenar y a dormir en una cama con colchones y sábanas como todo el mundo! ¡Una cama! Hace diecinueve años que no me acuesto en una cama.

Hacía 19 años que no dormía en una cama. Nadie lo quería hasta que un buen cura le abrió su casa. Claro que hay curas buenos. 

Mascherano y Romero, el cura Myriel y Jean Valjean. Sería bueno creer más en la gente así no existan motivos. Creer, simplemente por creer. Creer en alguien, que crean en ti, en el fútbol y en la vida, qué difícil y qué hermoso.

noviembre 19, 2015

EL LIBRO, ESE INVENTO DEL DEMONIO

Sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los deseos y fantasías de desear mil.
Mario Vargas Llosa


“Contra la exageración de los impulsos inconscientes basada en un análisis destructivo de la psique, y a favor de la nobleza del alma humana, entrego a las llamas las obras de Sigmund Freud”.
Las palabras fueron pronunciadas nada menos que por Joseph Goebbels antes de quemar las obras del padre del psicoanálisis. Igual suerte corrieron los libros de Marx, Zola, Hemingway, Einstein, Proust, Brecht y un largo etcétera. El motivo, se consideraban nocivos por el régimen nazi.
Desde las obras de Protágoras, quemadas en Atenas en el 411 a.C, hasta la leyenda urbana que señala que mil ejemplares de La ciudad y los perros terminaron chamuscados, la historia de quema de libros es, desgraciadamente, bastante larga.
En nuestro país la censura librera ha tenido sus absurdos representantes. Se sabe que durante el gobierno del general Odría el ministro Alejandro Esparza Zañartu, había tendido una eficiente red de soplones en sindicatos y universidades. El propósito, saber qué literatura consumían y capturar esos libros. La leyenda dice que años después, en 1965, en el patio del colegio Militar Leoncio Prado se quemaron mil libros de “La Ciudad y los perros”, por considerarla un insulto al ejército. Con buen talante, Mario Vargas Llosa calificó el acto como bueno pues mostraba que los militares leían novelas.
Más atrás, durante la Colonia, el Tribunal de la Santa Inquisición tuvo entre sus principales trabajos el de capturar libros prohibidos.
La pelea era dura entre católicos y protestantes, por eso en 1560 Felipe II crea la Inquisición en el Perú y pone en marcha un sistema para evitar que entren a sus colonias libros que contengan ideas contrarias al catolicismo. Los encargados de captar los libros eran unos oficiales que inspeccionaban los barcos que llegaban al Callao. La revisión llegó hasta bibliotecas y colecciones privadas. (1)
Pero esos libros no fueron quemados, se los llevaban a un cuarto al que bautizaron como El Secreto, ubicado muy cerquita del actual Congreso de la República.
Más cerca en el tiempo, en el año 1967, posiblemente empujado por ese inquisidor que todos llevamos dentro, el entonces ministro de gobierno y policía Javier Alva Orlandini, organizó una quema de libros que contenían ideas de izquierda. El hecho lo detalla Juan Mejía Baca en su libro, “Quema de libros, Perú 67”. Finalmente debido a la protesta de Mejía y otros intelectuales se emitió la Resolución Suprema N° 0191-68-GP/60 que dejó sin efecto la absurda medida. (2)
A todo esto la pregunta parece absurda pero hay que hacerla: ¿Es peligroso un libro? La respuesta parece más insensata que la pregunta: sí. Cuento un pasaje de “Madame Bovary” de Gustave Flaubert para explicarlo.
Emma se había casado con un pobre tipo. Un cenutrio, alcaraván y Figa-molla, hablando en español antiguo. En resumen, el Charles ese era un tonto. Y Emma se preguntó si debía resignarse a vivir esa existencia miserable, como la califica Flaubert. Gracias a las lecturas de Balzac y George Sand nuestra heroína recuperó las ganas de vivir y se atrevió a amar y a mejorar su existencia.
Cuando su familia buscó el motivo de su cambio, encontró una ruma de libros acumulada en su mesa de noche. “Por eso fueron donde el librero para acusarlo de envenenador”. (3)
El libro envenena. Fabuloso. Imposible mejor metáfora.
¿En dónde radica el peligro de un libro? Nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa lo explica de manera brillante en “La verdad de las mentiras”:
“Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos, ricos y pobres, geniales y mediocres, célebres u oscuros, quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar tramposamente ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo. No se escriben novelas para contar la vida sino para transformarla añadiéndole algo”.
Los libros nos enseñan que la vida puede ser mejor. Que podemos experimentar la maravillosa libertad. Que en una de esas hasta cambiamos nuestro destino, como lo hicieron Fabricio del Dongo o Julien Sorel, los fantásticos héroes de Stendhal. Leer nos hace conocer y conociendo somos menos ignorantes y más tolerantes. Ya lo sabe, si quiere ser mejor, o por lo menos intentarlo, lea una buena novela.

1.La Inquisición y la censura de libros, Pedro Guibovich. Fondo Editorial del Congreso del Perú. 2000

3. Madame Bovary, Gustave Flaubert. Editorial Oveja Negra, 1983.

noviembre 11, 2015

EL AMOR MÁS ANTIGUO


Alianza Lima es el amor más antiguo que tengo. Saquemos cuenta. Mi vieja y mi hermana, que eran toda mi familia, ya no están. A mi esposa, a quien adoro, la conozco hace 15 años, mi hijo mayor tiene 34, el menor, 3  y, como es obvio, todos llegaron después de Alianza.

Y como yo varios. 

Y es que el amor por un club muchas veces reemplaza a ese amor familiar ausente, escaso o negado.

La relación con tu equipo es hermosa pero, como es lógico, también tiene sus problemas, pues ninguna relación humana es fácil. Discutimos con nuestros padres a pesar de habernos dado la vida, nuestros hijos no entienden nuestras decisiones y se molestan por eso y nuestras parejas, a pesar del “amor eterno” que decimos profesarles, pasan como si nada hasta que te encuentras con la definitiva. Tu club en cambio, es un amor para siempre, constante y el único que no admite traiciones. No conozco algún club que haya traicionado a sus hinchas, y menos que un fanático haya sacado la vuelta a su equipo yéndose al rival de siempre. Eso es imposible. Tan degenerados no somos los seres humanos.

 


Abandonar a un hijo es la aberración más grande que pueda cometer un ser humano. Tal vez el parricidio sea un delito que se iguale en bestialidad. Incomprensible. Con esto el hombre demuestra que es capaz de la mayor locura. Pero nunca tanto. Que se sepa, nunca en la historia hubo algún desalmado que negó a su club y lo abandonó por otro. O sea, soy del equipo H pero porque hace tres fechas que no gana me voy con el equipo X. Imposible. Te puedes molestar y hasta alzar la voz a jugadores, dirigentes o entrenador, pero pasada la calentura, volverás a alentar a tu equipo. ¿Cuánto tiempo puedes pasar molesto con tu club? De joven a mí me duraba horas. Hoy minutos. A otros les durará tal vez una fecha, porque la próxima vez que salte a la cancha el equipo de tus amores irremediablemente dejarás la garganta alentándolo.

El amor al equipo se renueva fecha a fecha.

Obviamente hablo de los buenos hinchas, no de los que dicen serlo, de los que se ponen la camiseta del campeón o de los que lo hacen por moda, que por supuesto que existen, y varios.

Las parejas se rompen, los amigos se van o podrían hacerlo. Y hasta te traicionan. Pero tu club nunca te deja, siempre está dispuesto a darte una alegría. Aunque nuestro arco se llene de goles, igual su intención siempre será alegrarnos la vida. Vernos felices. Creo que después de nuestros padres, el club es quien más desea hacerte feliz. Ya sé que este objetivo no lo logran siempre, pero toda la vida, irremediablemente, el equipo de tus amores salta al campo con la ilusión de que todo el estadio festeje una goleada, o un triunfo holgado, o cuando menos uno agónico, o aunque sea un empate en el último minuto. Ya, por lo menos una derrota digna, y aunque esto no suceda, y nos llenen la canasta, la ilusión siempre fue la misma, que las tribunas se caigan de contentas festejando un triunfo.

Y ¿qué te pide a cambio ese equipo? Aplausos, gritos y confianza. Nada más.

Qué generoso es el fútbol.

No conozco a nadie que en su sano juicio haya abandonado a su club. Un niño tal vez, pero un adulto no. Si conocen a alguien que lo hizo pasen la voz, tendrá un lugar de privilegio en el museo de lo imposible junto al unicornio azul que se le perdió a Silvio Rodríguez. Como decía alguien por ahí, puedes cambiar de religión, de estado civil, hasta de sexo; pero jamás cambiarás de equipo. El amor por un club es el único que es para siempre.

En su sano juicio dije, pero ni siquiera ese es un extremo. Tuve un amigo que se metió a las drogas y finalmente murió por la vida de excesos. La droga lo había enloquecido. Hablaba incoherencias, le robaba a sus amigos y hasta le alzaba la mano a su padre. Pero siempre se dijo hincha de Alianza. La locura le hizo olvidar el respeto por padres y amigos, pero el trastorno jamás le cambió el amor por su equipo.

En los años 60 Vargas Llosa se declaró de izquierda y hasta alabó los primeros años de la Revolución Cubana, luego se volvió su más duro crítico y representante del liberalismo más radical. En las últimas décadas la iglesia católica perdió cientos de fieles que encontraron en otras creencias su camino a la salvación. Pero más allá de ideologías y “fes”, los clubes de fútbol gozan de una credibilidad y confianza que ya quisieran partidos políticos o iglesias. No hay club en el mundo, y que levante la voz quien pueda demostrar lo contrario, repito, no hay club en el mundo, que baje sus adeptos. Al contrario, cada día un desquiciado hincha se compra la camiseta, distintivo suficiente para ser aceptado en la tribu. Y desde entonces su vida transcurrirá entre tribunas, tablas de posiciones y próximas fechas, tal vez, sus lecturas más profundas en adelante.


El amor por tu club, el único para toda la vida.

 

EL PERDEDOR

     Me gustaba el box. Ya no. Disfruté mucho la época de los 80. Ray “Sugar” Leonard, Roberto “Mano de Piedra” Durán, Tomy Hearns, Marvin H...