Somos incongruentes. La vida es incongruente. Los hombres no somos planos, somos poliedros, decía Camilo José Cela. “Somos según incida el rayo de luz en un vértice. No somos planos, somos múltiples”. Y le creo. La coherencia es un maravilloso objetivo del que distamos. Unos más que otros, pero siempre distantes. Y en el fútbol somos más poliedros que nunca.
Veo los dos últimos minutos del Perú/Colombia por la eliminatoria al mundial de Rusia y quedo desconcertado. Ambos equipos acuerdan un pacto de no agresión con Radamel Falcao de intermediario. Sé que en el fútbol pasan estas cosas y que todo es legal hasta que el árbitro diga lo contrario. Por eso la mano de Maradona, la de Tulio y la de Ruidíaz, son válidas así no lo sean. Esa trampa organizada, legal, por decir algo, es parte de la esencia del fútbol. Su atractivo y gran polémica tienen que ver con eso. Un partido de fútbol no es una escuela de moral. Nos guste o no, así es. Y ni el VAR terminará con eso. Pero esa forma tan explícita de llegar a un acuerdo parece haber pasado un límite. Recuerdo el Alemania/Austria del mundial de España. Muchos lo criticamos. Y si lo hicimos en ese entonces hoy la reacción es la misma. Pero somos poliedros.