¿Para qué leemos? En realidad hace tiempo me
vengo haciendo la pregunta. Las respuestas por supuesto que varían. Para
entretenernos, para no aburrirnos. Para aprender. Para ser menos ignorantes.
Para tratar de descifrar en algo al incomprensible ser humano.
Vargas
Llosa ayuda a encontrar una respuesta. “Leemos porque la vida que tenemos no nos basta para todo lo que
quisiéramos tener. Esa distancia que hay entre la realidad y el mundo de sueño
que desearíamos tener, la vivimos a través de la ficción”. La literatura,
dice nuestro premio Nobel, nos hace más sensibles. Probablemente, concluye en
una maravillosa entrevista que le hace Iñaqui
Gabilondo, sin la literatura no hubiéramos salido de las cavernas.
La literatura ha sido fundamental en mi vida. Y,
como dice Vargas Llosa, cada vez que
leo siento que avanzo un poco. Obviamente, cuando dejo de leer por algunos
días, algo que trato de evitar, siento que regreso a la oscuridad, a la
ignorancia. Dejo de leer y me siento bruto. Porque la lectura me permite salir
un poco de ese pozo de ignorancia en el que por lo general nos encontramos.
Cuando entiendo algo, me siento feliz. Un día leyendo la monumental Cosmos de Carl Sagan, encontré
una frase con la que me identifico: “Comprender es una alegría”. Maravilloso.