Fin de la Primera Guerra Mundial y Alemania entra en una enorme crisis. En la ciudad de Weimar se aprueba una nueva constitución que intenta hallar una salida a la grave situación. En Munich, en la cervecería Bürgerbräu Keller, un grupo de nazis cree que la solución es dar un golpe de Estado. Adolf Hitler es uno de ellos. De la idea pasan a la acción.
El hecho quedará en la historia como el Putsch de la cervecería. Pero les va mal. Mueren 16 de los rebeldes. Hitler se salva, pero tiene un hombro dislocado. Logra refugiarse en la casa de su amigo, el periodista Ernst Hanfstaengl. El joven Hitler está muy deprimido. Dos días después lo encuentra la policía. Lo único que se le ocurre es suicidarse. Se lleva un revólver a la sien. Helene, la esposa del periodista amigo, se lanza y logra quitarle el arma. Por una fracción de segundo salva la vida de Hitler.
El hecho está documentado en Hitler, los años desconocidos (2012) y lleva a preguntarse qué papel cumple el azar en la historia. ¿Puede un hecho casual cambiar el rumbo de la humanidad? ¿Qué tanto controlamos los acontecimientos? ¿Y si el joven Hitler se hubiera suicidado?