Se puede escribir sobre todos los temas. No hay límites. O en todo caso los límites están en nuestra cabeza. Siempre pongo de ejemplo al gran Francisco de Quevedo y Villegas y su “Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a Doña Juana Mucha, montón de carne, mujer gorda por arrobas”. Se trata de un maravilloso libro a una de las partes más injustamente postergadas de nuestro cuerpo.
“…un filósofo dijo:
No hay contento en esta vida
que se pueda comparar
al contento que es cagar”.
que se pueda comparar
al contento que es cagar”.
Otro dijo lo descansado que quedaba el cuerpo después de haber cagado:
“No hay gusto más descansado
que después de haber cagado”.
que después de haber cagado”.
Esta pequeña obra satírica, de exquisitez inigualable, por supuesto que también le dedica espacio a las ventosidades.