Todos sabemos que existe un Dios
del fútbol. No tiene espacio en el santoral, nadie lo saca en procesión y no se
le conoce residencia fija en la iglesia de algún pueblo, pero todos los
futboleros recurrentemente “hablamos” con él.
Tampoco tiene un día especial de
veneración, ni una oración determinada y no se conoce estampita alguna donde se
pueda ver su figura. Que me perdonen la Virgen de Guadalupe, San Francisco de
Asís y San Benito de Palermo, pero el Dios del fútbol debe ser quien cuenta
con más seguidores en el planeta.
Nadie sabe nada de él, solo se
conoce que anda repartiendo milagros futboleros en los 5 continentes, y que no
hace distinción al momento de repartir sus regalos. Es tan generoso que beneficia de
igual manera al club rico o al club pobre, al futbolista desconocido y al
famoso.