Hace algún tiempo, Rolando
Arellano, ese gurú del país emprendedor, daba una opinión realmente singular
sobre la nominación de “La Teta Asustada” al Oscar:
“... sin querer ser aguafiestas... tengo sentimientos
encontrados sobre la oportunidad de su difusión mundial. En efecto, mientras
hoy muchos peruanos se esfuerzan por mostrar un Perú que crece, con una
economía que despunta, de riqueza cultural inmensa y con una población muy
amigable, la película remite al estereotipo tradicional que se tiene de nuestro
país en el extranjero: una nación problemática, de gente muy pobre y
extremadamente sufrida, que vive con el fantasma del terrorismo oficial y
extraoficial...” (El Comercio, 12-2-10).