El Nacimiento más lindo que vi en mi vida lo hacía mi tía Rosa. Le decía “mami”
porque ayudó a mi vieja a criarme. Ese nacimiento era enorme. Gigante. Ya sé
que soy exagerado y que además la distancia agranda las cosas, pero no creo
estar muy lejos de la verdad si digo que el primer día de diciembre, media sala
de esa casa/tienda de la Plaza Raimondi de Barranco, era ocupada por un hermoso
nacimiento que todo el barrio venía a ver.
Era un enorme cerro, en realidad creo que varios, en los que se veían
escenas de la vida rural en Belén. Vacas, carneros, becerros, lagunas con patos…
Sí, mi tía los hacía poniéndolos sobre un espejito que daba la sensación de
agua. Pastores, niños, y por supuesto, Reyes Magos. Y al final, en la punta de
todo este paisaje, la Familia Sagrada.
Ya sé que soy exagerado y que la distancia agranda los recuerdos, pero en
ese Nacimiento debieron haber unos 300 a 400 personajes. Uno de los sueños de
mi infancia era poner uno de mis muñecos ahí. Cuando mi tía no se daba cuenta
ponía a uno de mis futbolistas o soldados ayudando los Reyes Magos, subiendo un
cerro, o junto a los patos. Me emocionaba cuando veía a mi muñeco en la escena
sagrada. Claro, hasta que llegaba mi tía y decía que otra vez el motolito
estaba haciendo desorden. Así me decía, motolito. Mis muñecos solo duraban
minutos.
Nunca más vi un nacimiento similar. Solo se le acercan en algo los que hace
Pilar, la prima de mi esposa. En algo solamente. Lo que sí es tremendo en la
casa de Pilar es la decoración. Hay desde papel higiénico hasta cucharones con
motivos navideños. Tremendo, aunque ese es otro tema.
Recordé los nacimientos de mi tía a raíz de algunos datos que encuentro en
el libro Una historia del cuerpo en la Edad
Media de Jacques Le Goff & Nicolas Truong. Cuentan los investigadores
que los nacimientos no siempre fueron
como ahora.
Para empezar en la Edad Media no existía un interés ni por el niño ni por
la mujer embarazada, cosa que se reflejaba en los nacimientos. Resulta raro
pues hoy en día prácticamente son el centro de la vida occidental. Sin embargo,
por aquellos tiempos no era así.
Otro experto, Philippe Ariès, alguna vez escribió que en la Edad Media el
desinterés por niño y madre era absoluto, dato que le ocasionó las críticas e
indignación de sus lectores. Pero era la verdad.
Sin embargo, a partir del siglo XII esto cambia y se empieza a promocionar
la vida de Jesús a través de los evangelios apócrifos. Cuentan Le Goff/Truong
que incluso por primera vez en la historia se promocionan juguetes. Es cierto que en
otras culturas, la andina por ejemplo, se han encontrado vestigios de juguetes, pero en la
Edad Media no existía este concepto de diversión para los niños. Así cuentan
los investigadores.
Los primeros nacimientos, señalan los autores, eran representaciones de la
escena del alumbramiento: "con una Virgen parturienta y sirvientes que
lavan al Niño en una jofaina, mientras que en representaciones anteriores, el
espectador solo podía ver la presencia de un San José dubitativo, incluso
gruñón y a menudo risible que, en un rincón del cuadro, parecía estar
preguntándose cómo había podido producirse este nacimiento". Qué aporte
tan fantástico.
Dice este estudio que a finales de la Edad Media, el padre desaparece de
los nacimientos pues es un acto netamente femenino. Y precisamente por este
culto a la infancia es que cambia la forma de representar al niño Jesús, costumbre
que hasta hoy mantenemos.
Hablo de los nacimientos y recuerdo también las exposiciones que hace Javier Luna. Son cientos de escenificaciones del nacimiento de Jesús de todo el mundo.
De todas las culturas, incluso de aquellas que no tienen tradición católica.
Lo más curioso de todo es que me encantan los nacimientos a pesar de no ser
católico. Fuerza de la costumbre le llaman. Aunque, por supuesto, mis nacimientos
difícilmente alcanzarán la belleza de los que hacía mi Mami Rosa.
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