enero 08, 2016

EL HINCHA



Termina el campeonato local y más que destacar la actuación del club campeón, la eficacia del delantero más contundente o la concentración del defensa impasable, quiero resaltar el fervor del hincha de fútbol.

El hincha es el último romántico.
En un mundo donde el consumismo y la superficialidad son la nueva religión, donde la conveniencia es una filosofía y el interés un nuevo dios, el hincha elige soñar. Y mantiene orgulloso una pasión que termina imponiéndose a la realidad más dura.
Y por supuesto que no es fácil pues gracias a esa especial forma de amar, muchos lo llaman chiflado, perturbado, maniático, enajenado o loco. No le importa, pues ese desequilibrio le permite transitar sin problemas el difícil terreno futbolero, borrando esos límites que separan sueño de realidad, pasión de lógica, conocimiento de intuición.
Cuando la realidad de su equipo no está a la altura de sus sentimientos y el presupuesto para comprar jugadores o la tabla de posiciones le golpea la cara, el hincha escarba en lo más profundo de su irracionalidad para encontrar esos argumentos que justifican su desequilibrio. Y se dice: ¿cómo no ganar a ese rival imposible, a ese equipo de estrellas, si Corea derrotó a Italia en el mundial de Inglaterra? ¿Cómo no pensar que lo imposible puede ser realidad si Senegal, el debutante y humilde equipo africano, en su primer partido en la historia de los mundiales le pintó la cara de mil colores al campeón vigente Francia? Y los locos, hinchas quiero decir, asiáticos, africanos y en realidad de todo el mundo, desvarían con gusto y bailan y festejan como nunca. ¡Qué viva la locura futbolera!
El hincha de fútbol es un loco especial que la sociedad tolera pero no interna en un manicomio. Nadie duda de su desequilibrio, pero jamás autoridad alguna pidió internarlo en algún hospital psiquiátrico. No. Simplemente lo confinan a un estadio de fútbol que para él no es otra cosa que el paraíso, el Parnaso, el Olimpo. Su enfermedad es su cura.
Las dimensiones de la vida de un fanático de fútbol son muy distintas a las convencionales. Mientras la gente "normal" mide su existencia en dinero, hijos, propiedades y diplomas, para el hincha sus objetivos máximos pasan porque el 9 de su equipo siga en racha, su arquero mantenga la valla invicta y por sumar más puntos en el acumulado. Mientras otros llenan su vida con diplomados y maestrías, el hincha mide su existencia en partidos ganados y trofeos conseguidos.
Muchos, y especialmente muchas, entenderán un hinchaje por Barza o Real Madrid. Y hasta por River o Boca. Pero qué absurdo, se dirán los mismos, ser hincha de un equipo peruano que por lo general termina eliminado en la primera ronda de cualquier copa internacional. Pero no se equivoque que esa locura por cualquier equipo, por modesto que sea, está totalmente justificada. ¿No me cree? Pues veamos.
Cómo no creer que tu equipito puede pasar a la historia si existió el Maracanazo. Cómo no pensar que tu modesto cuadro pueda dar el batacazo, si hace poquito y contra todos los pronósticos el Celta de Vigo le ganó 4-1 al Barcelona de Messi y no solo lo goleó sino que lo sacó de la punta y le quitó el invicto.
¿Si lo hizo el Celta, porqué no puede hacerlo mi equipo?
Como no creer que tu pobre escuadra logre lo imposible, si alguna vez Colombia goleó a Argentina en su propia cancha. Y con baile incluido.
Por eso la locura es lógica, por eso el hincha piensa en lo imposible como algo cercano.
El campeonato ha finalizado y más que destacar la actuación del club campeón, la eficacia del delantero más contundente o la concentración del defensa impasable, quise rendir homenaje al fervor del hincha, el último romántico del fútbol.

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