Uno lee de todo. Libros buenos y malos. Títulos que te seducen y
contenidos que espantan. Libros de relatos, de cuentos, de historias
interminables y de historias breves. Premios Nobel, bets sellers. Historias
apasionantes, otras insulsas.
Libros que lees en paraderos, micros, en el Metropolitano, en el
tren. Que son excelentes compañeros de viajes largos y te hacen olvidar el día,
la fecha, el mes y el año. Con los que te encuentras en el celular, el iPad, la
computadora, o, cosa rara para mí, en el papel.
Historias que viven más allá del libro y te llevan a investigar.
¿Será cierto que existió la campana de Rouen, y que fue la más linda del mundo?
Y te metes a ver si existe la ciudad y, oh sorpresa, existe, y existe la famosa
campana, aquella que era tan hermosa que el obrero que la fundió al verla se
murió de alegría. Qué grande Flaubert.
¿Se puede morir uno de alegría? Y nuevamente a buscar muertes
raras. Y es que el buen libro dura más que la última página, y muchas veces la
ansiedad es tal que empiezas a disfrutarlo antes de tenerlo.
Pero están los otros, a los que nunca regresarías, aquellos que
quieres terminar porque “no se debe dejar una novela a medias”. Y si le gustó a
otros ¿por qué a mí no? Será que un libro es como un trago. A unos les encanta
el vodka, yo no puedo ni verlo. Ni olerlo quiero decir. Unos mueren por García
Márquez, yo; otros no lo soportan. Y puedo poner muchos otros ejemplos de
autores que apasionan a unos y aburren a otros. Y de tragos, claro.
Libros de amor, de intriga, de terror, ficción, históricos. Con
héroes con los que te identificas. Yo por ejemplo soy un poco Fabrizio del Dongo
o Julien Sorel y últimamente Jean Valjean. Libros que regalarías y libros que
nunca prestarías. Aunque ahora con dar el link es suficiente.
Libros que te prestaron y no devolviste, que te prestaron y
devolviste, libros que te encontraste, que dejaron olvidados en tu sala porque
tomaron varios pisco sours y como no te los pidieron no los devolviste. Libros
con sello de bibliotecas que no sabes cómo llegaron a los estantes de tu casa.
Libros de cabecera, a los que siempre vuelves como al amigo a pedir un consejo.
Ahí está El Principito.
Libros que te dejó un amigo que murió y que al final no
devolviste. ¿Para qué? Era bueno el amigo y era bueno el libro.
Lista de libros que leerás, libros que postergas para el verano.
Libros que recomendarás a un amigo. Este libro le encantará a fulano. Nuevas
ediciones de viejos libros que compras para tu colección. ¿Cuántos voy de El
Principito? No todos los que quisiera.
Libros de curiosidades. De esos que tanto me ayudaron a contar
historias en la radio. De anécdotas, de cosas raras.
Libros, libros, libros. Y la vida de mucha gente pasando de
largo sin mirar uno. No saben lo que se pierden.
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