Sonaly es todo un fenómeno abrumador en el
interior, pero desconocido en Lima. Por increíble que parezca, varias fiestas
patronales alteraron su horario para ajustarlo a su llegada. Por supuesto que
ella no tiene nada que ver con eso pues su modestia, inversamente proporcional
a su estatura, le impide adoptar las formas de las star sistem. Y tendría razón
para sentirse una de ellas pues ni Gisela, ni la Barbosa, ni siquiera las
pulposas vedettes nacionales o extranjeras que pululan por nuestra pantalla,
pueden competir con ella.
Quienes han analizado el fenómeno de
Costumbres, creen que el mérito del programa es haberle dado espacio a lugares
históricamente postergados. Tal vez para aquellos verse en pantalla sea
sentirse parte de ese país que siempre les dio la espalda.
Sonaly no recuerda cuantas bandas la
recibieron, cuantas cervezas se tomaron en su nombre, cuantas flores le
regalaron y tampoco cuantos feriados se decretaron a su llegada, Milagros
Meneses su eficaz brazo derecho, si recuerda que en alguna ocasión hicieron un
alto en Pausa, Ayacucho, y de pronto los rodeó la gente, la banda empezó a
tocar y llegaron las autoridades, había empezado el homenaje. Lo curioso es que
nunca habían realizado especial sobre ese lugar y tampoco pensaban hacerlo. Los
lugareños lo sabían, pero igual le querían comunicar su aprecio. Por supuesto
que de inmediato Pausa se agregó a la lista de lugares por visitar.
El feliz presente de Sonaly Tuesta no es
producto de la casualidad, el favor, la improvisación o la recomendación de
alguien, constante que caracteriza a nuestra TV. Antes de Costumbres barrió las
calles buscando historias de marginados, de outsiders, de aquellos que son los
demás de los demás, como dice Alberto Cortez. Luego hizo un libro, le siguió
una revista, la web y después el programa. El resto de la historia ya se sabe.
Sonaly ha llegado, que empiece la fiesta.
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