Orión: ilegalidad. Orión: informalidad. Orión: falta de respeto. Orión: prepotencia. Orión: abuso. Orión: el Perú. Nos quejamos de Orión, cómo no hacerlo, pero en el fondo todos somos Orión.
11:30 de la noche, salgo de clase. Cruce de Benavides con Vía Expresa. Luz roja. Soy el primero. Atrás alguien toca claxon. Miro si hay algún problema. Es una 4x4. El chofer me hace señas. Con gestos le digo que está en rojo. Me habla. Bajo la luna y escucho: “Huevón, pasa que no hay nadie”. En el fondo todos somos Orión.
Primero se baja, luego se sube. Así pasa en el transporte público de todos los lugares civilizados. En el Metropolitano hacemos al revés. No sé como será en el Tren. Nunca subí. Espero que sea distinto. Igual pasa con los ascensores. Somos desordenados, informales e irrespetuosos. Como Orión.
Orión es el tipo que hace piques en la Vía Expresa en la madrugada. A pesar de los 50 mil dólares que vale su carro, este tipo es tan idiota como el chofer de Orión. El dinero no te inmuniza de la estupidez. La idiotez, hay que decirlo, es democrática, se extiende por toda la sociedad sin medir colores, olores o sabores.
Orión es el que pide prestado un recibo para sacarle la vuelta a la SUNAT.
Orión son los profesores que le piden a la secretaria que les marque la entrada porque no llegan y no quieren que les descuenten.
Orión es el revendedor de entradas. El que roba cola, el que trata de pasar el billete falso. El que se dice católico pero la Semana Santa toma hasta la inconsciencia.
Orión es el “daltónico” que ve luz verde cuando en realidad es ámbar.
Orión es el chef que compra pescado barato y lo pasa por caro. “Es que la gente no se da cuenta porque es cojuda”. Me lo contó el chef de en un “prestigioso” restaurante de San Isidro.
Orión es el periodista que te engaña poniendo un titular que no concuerda con el cuerpo de la noticia.
Orión son mis alumnos que llegan tarde y lo hacen como si nada, sin ruborizarse. Y el problema, en realidad, “es el profe que no comprende”.
Orión son los que compran pirata y luego se pasan horas de horas hablándole a sus hijos del respeto hacia el otro.
Orión son los que usan el celular en clase, en el cine, en el teatro, en conciertos o en la misa. Sí, en la misa.
Orión es el tombo coimero, el juez prevaricador, el doctor que te receta lo que le conviene al laboratorio, el contador que es experto en sacarle la vuelta al sistema.
Orión son tu mamá y tu papá choleando.
Ellos, el que lee, el que escribe, todos somos Orión.
Orión es el que pide prestado un recibo para sacarle la vuelta a la SUNAT.
Orión son los profesores que le piden a la secretaria que les marque la entrada porque no llegan y no quieren que les descuenten.
Orión es el revendedor de entradas. El que roba cola, el que trata de pasar el billete falso. El que se dice católico pero la Semana Santa toma hasta la inconsciencia.
Orión es el “daltónico” que ve luz verde cuando en realidad es ámbar.
Orión es el chef que compra pescado barato y lo pasa por caro. “Es que la gente no se da cuenta porque es cojuda”. Me lo contó el chef de en un “prestigioso” restaurante de San Isidro.
Orión es el periodista que te engaña poniendo un titular que no concuerda con el cuerpo de la noticia.
Orión son mis alumnos que llegan tarde y lo hacen como si nada, sin ruborizarse. Y el problema, en realidad, “es el profe que no comprende”.
Orión son los que compran pirata y luego se pasan horas de horas hablándole a sus hijos del respeto hacia el otro.
Orión son los que usan el celular en clase, en el cine, en el teatro, en conciertos o en la misa. Sí, en la misa.
Orión es el tombo coimero, el juez prevaricador, el doctor que te receta lo que le conviene al laboratorio, el contador que es experto en sacarle la vuelta al sistema.
Orión son tu mamá y tu papá choleando.
Ellos, el que lee, el que escribe, todos somos Orión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario