¿Accidente, cuántos muertos?
No, solo heridos.
Entonces no sirve.
¡Qué pena!
Todos somos expertos en noticieros. El ama de casa, el vendedor de pescado, el contador, el futbolista. Todos. Y no por haber hecho un curso sino por consumirlos durante años. Y por esa sabiduría todos sabemos que el noticiero tiene que empezar con violencia. Crímenes, asaltos, robos a mano armada, maltratos contra la mujer, asesinatos, linchamientos, bullying, abusos sexuales, pedofilia y parricidios, son los insumos principales de los medios de comunicación a nivel nacional y sin el menor cuidado por la imágenes expuestas.
No voy a decir como el anterior primer ministro que se exagera con el tema de la inseguridad ciudadana. No. Por supuesto que existe y en proporciones históricas. Sin embargo, en los noticieros esa complicada situación se amplifica. Tal vez eso quiso decir el anterior jefe del gabinete, pero finalmente dijo otra cosa y terminó en su casa.
Sangre, sangre, sangre. Es como si los noticieros se hicieran en Transilvania y Drácula fuera el director.
¿Y qué pasa cuando no hay violencia, cuando se nos planta enfrente uno de esos raros días en que no pasa nada? Pues a inventar noticias.
Sí, a inventar noticias.
Años 90. En la redacción de 90 Segundos, lugar donde trabajé 5 años, no había “abridora”. Abridora, hay que decirlo, es esa nota con la que empieza el noticiero y que solo es tuya. Tu exclusiva. La que nadie tiene. Todos los que hemos trabajado en noticieros sabemos que debemos tener una abridora. Todos los días soñamos con nuestra abridora, noticia que será repetida y amplificada por la competencia. Que se “cuelguen” de tu abridora es decirte que estás haciendo las cosas bien. Sin embargo, ese día no había abridora. La noticia con la que empezaba el noticiero era una declaración del presidente. No teníamos nada especial.
Cuatro de la tarde y “El Loco”, así le decían al director, sabía que la situación aún se podía salvar. Llama a la mejor reportera y la cita dos horas después a la Laguna de la Molina. Y así fue. Con puntualidad inglesa “El Loco” llegó con su 4x4. Entró de retroceso con dirección a la Laguna y solo paró a unos pocos centímetros. Abrió la maletera del carro y para sorpresa de reportera y camarógrafo, había un cocodrilo.
Lo sacaron y lo tiraron al agua.
- “Ahí tienen su abridora”Y así fue. Por una semana el noticiero más visto del país hizo interminables notas sobre “El monstruo de la laguna de La Molina”.
Y por supuesto que todos los medios se nos colgaron.
Los noticieros viven de la violencia. Conviven con ella y si no la tienen la inventan. Situación que harta y lleva a protestas extremas.
1974, julio. El canal más importante de Sarasota, Florida, inicia su larga lista de notas con sangre. Al final del noticiero, la presentadora del informativo Chris Chubbuck cansada de tanta violencia anuncia algo que está fuera de libreto:
“Y ahora, prosiguiendo con la política del canal 40 relativa a dar siempre lo último en materia de sangre y coraje, y en vívidos colores, ustedes van a ver otra primicia: un intento de suicidio”. Dicho esto la presentadora sacó una pistola y se metió un tiro en la cien. Camino al hospital falleció.
Tiempos de gran inseguridad. Tiempos de mucha violencia. Tiempos en que muchas veces los noticieros se olvidan del periodismo y solo piensan en el rating. Y los delincuentes se lo agradecen de corazón.
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