febrero 27, 2023

FACHOS, COCINEROS, INTOLERANTES E INDIFERENTES

Las movilizaciones se han convertido en parte de la vida nacional. Me levanto y lo primero que hago es ver Twitter para saber cómo terminó la marcha del día anterior. Ya no me informo a través de los medios tradicionales. Me generan dudas. No confío. Puedo ser injusto, pero es la verdad. Prefiero ver cuentas de personas a las que conozco y me dan confianza, no necesariamente periodistas. Y sigo a otros a los que empiezo a conocer precisamente por lo bien que informan. ¿Habrá más muertos?, ¿seguirá la represión? 

Muchas cosas, muchas ideas se me vienen a la cabeza. 

¿Se dieron cuenta de que el grupo que más participa en las protestas es el de los artistas? Es cierto que la gran masa de manifestantes viene del interior, pero me refiero a los grupos, a los oficios. Ni abogados ni políticos ni deportistas ni cocineros. Los que más se manifiestan son los artistas y, principalmente, los actores. Los cocineros, tan mainstream, ni aparecen. Hasta de fútbol hablaban; hoy, como grupo, no existen. Empatía cero. Pensar que los que protestan son los que les proveen de insumos. En resumidas cuentas, sus socios. Cuánta insensibilidad. Por lo menos en la burbuja que habito no hay señales de ellos. Los artistas sí están presentes. No todos, es su derecho, pero sí bastantes. Muchos participan activamente, van a las marchas. Otra cosa que sorprende es la cantidad de rockeros de extrema derecha. Pedro Suárez Vértiz y Christian Meyer son sus emblemas. Qué “grupito” Arena Hash… 

¿Es obligatorio decir algo? Yo creo que sí. La situación es tan complicada que hay que tomar posición. El informe de IDL-Reporteros Radiografía de homicidios es contundente. ¡Están matando inocentes! Amnistía Internacional ha presentado un informe en el que acusa a las autoridades de un marcado sesgo racista en la represión por las protestas y, por este mismo motivo, The Economist degradó a nuestro país de democracia imperfecta a régimen híbrido. 

Hoy más que nunca el silencio es cómplice y la indiferencia, una agresión. Me sorprende que amigos, conocidos y queridos colegas periodistas que criticaban justificadamente las torpezas de Castillo, hoy digan poco y nada sobre los excesos de este gobierno. El nivel de indiferencia es alarmante. Cómo se entiende que se hayan indignado con Castillo y hoy sean tolerantes con Boluarte. Que alguien lo explique, por favor. 

Sobre lo que pasa distingo dos grupos. Por un lado, encabezados por la presidenta Boluarte, por una apreciable cantidad de congresistas y gran parte de la prensa hegemónica, están los que aseguran que los manifestantes están azuzados por el terrorismo, el narcotráfico, los mineros ilegales, los Ponchos Rojos, Evo Morales, etc. Por el otro, estamos quienes creemos que las protestas son justas y que hay demandas por resolver. Solo en Puno, por mencionar un caso, 7 de cada 10 niños tiene anemia (INEI, 2021) y 49 % de hogares no cuenta con servicios básicos (MIDIS, 2021). Un mínimo de conocimiento de la realidad andina bastaría para entender que en muchos lugares tienen derecho de quejarse. Es más, lo que debería sorprendernos es que no lo hayan hecho antes. Sobre la naturaleza de las protestas, la misma canciller Ana María Gervasi, en entrevista con New York Times, aseguró que no tenían evidencia alguna de la existencia de criminales detrás de los manifestantes. Llegado a este punto no tendría que haber ninguna duda sobre el motivo de las marchas. 
Sin embargo, la represión continúa y las autoridades siguen vinculando a los manifestantes con los terroristas. 

Por supuesto que en las marchas hubo infiltrados y se cometieron excesos. Eso debe investigarse y penarse. Nadie en su sano juicio puede apoyar la violencia como estrategia, pero decir que todos son terroristas no solo es irresponsable sino sospechoso. ¡Han matado menores! En Ayacucho, Christofer tenía 15 años y un disparo lo ha matado cuando salía de limpiar lápidas. Al país han llegado misiones de voluntarios en Derechos Humanos que están investigando el accionar de las fuerzas del orden. La represión es inhumana. ¿La muerte de la gente del Ande no importa? ¿Hay un componente racial en todo esto? 

Varios congresistas han realizado declaraciones despectivas y discriminatorias, pero ha sido el legislador Juan Carlos Lizarzaburu quien ha llegado más lejos. Que compare a la wiphala con un mantel de chifa ha sido terrible, pero no lo peor. Lo más preocupante fue desconocer la existencia de pueblos originarios. Entre eso y bombardear Juliaca, como sugirió un “periodista”, hay solo matices. “Originario del Perú es la papa, la oca. Originarios somos nosotros que hemos nacido aquí, pagamos impuestos y tenemos la bandera del Perú. Hablar de originarios es una tontería que no tiene nada productivo para nuestro país”, dijo el congresista. 

Aunque luego pidió disculpas, lo cierto es que lo pensaba y lo dijo. Lo sintió. Le salió de las entrañas. Las disculpas son por la presión social. Según creo, Lizarzaburu encarna el sentir de un importante sector de la población. Somos racistas, lo sabemos, pero lo de Lizarzaburu es subir varios niveles. Todos tenemos un racista, o varios, en nuestro entorno, incluso en nuestra familia; pero su racismo era soterrado, larvado, disimulado, había cierto tino en mostrarse racista. Hoy siento que se ha perdido el temor para exteriorizar un sentimiento discriminador. No hay vergüenza para decir las barbaridades que se dicen. Incluso hay grupos manifiestamente racistas con nombre y todo. Eso no lo vi antes. 

Tener autoridades racistas no es nuevo. Aquel triste capítulo de nuestra historia que Basadre bautizó como la República Aristocrática es un claro ejemplo. ¿Acaso los peruanos de estos tiempos enarbolamos ideas de inicios del siglo XX? 

La historia es más o menos así. 

1900. La clase política dominante se hace eco de una moda mundial: la eugenesia. La eugenesia era una pseudociencia racista que buscaba incentivar la supervivencia de los mejor dotados e impedir la multiplicación de los considerados subnormales (Orbegoso, 2012). Hitler es el más notorio representante de este concepto. 

La eugenesia le dio a nuestra clase política un argumento “científico” para lo que siempre creyeron: que nuestras desgracias se debían a los indígenas. Por ellos habíamos perdido la guerra con Chile. Ellos eran los culpables de nuestro atraso. Simplificando, la eugenesia decía que los gringos eran superiores y los indígenas, inferiores. Entonces, pensaron nuestros políticos, incentivemos la reproducción de unos y evitemos la de los otros. Por aquel entonces a nadie se le ocurrió esterilizar a la gente del Ande, eso pasaría 90 años después. 

Volvamos a inicios del 1900. El más insigne eugenésico fue el filósofo Alejandro Deústua, que muy suelto de huesos decía: 

“Las desgracias del país se deben a la raza indígena, que ha llegado en su descomposición síquica y que, por causa de la rigidez biológica de sus integrantes, que han terminado definitivamente su ciclo evolutivo, han sido incapaces de transmitir a los mestizos las virtudes que exhibieron en su fase de progreso. El indio no es, ni puede ser sino una máquina…” (Deústua, citado por Fuenzalida). 

Deústua y Lizarzaburu son lo mismo. 

Empezaba el siglo XX y la coartada era perfecta. Hoy como ayer la clase política justificaba su incapacidad para gobernar el país y culpaba a los indios de nuestros males. La eugenesia era la solución a nuestros problemas. Ramón Castilla y Javier Prado (sí, el de la gran avenida) eran grandes eugenésicos. Decía el de la calle de la gran congestión: 

“Es preciso modificar esta [la raza], renovar nuestra sangre y nuestra herencia por el cruzamiento con otras razas que proporcionen los elementos y substancias benéficas… En América gobernar es poblar; y la población debe buscarse en la inmigración espontánea, atraída por la acción de las leyes, del gobierno y de los particulares, de razas superiores, fuertes, vigorosas, que, al cruzarse con la nuestra, traigan ideas prácticas de libertad, de trabajo y de industria” (tomado de Orbegoso). 

Racismo, intolerancia, discriminación, abuso. Parece que algunas cosas en el Perú no cambiarán nunca.

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EL PERDEDOR

     Me gustaba el box. Ya no. Disfruté mucho la época de los 80. Ray “Sugar” Leonard, Roberto “Mano de Piedra” Durán, Tomy Hearns, Marvin H...