Hacer un programa con Daniel fue una asignatura pendiente.
El Bocón fue el fenómeno del periodismo en los años 90. En realidad fue el gran acontecimiento comunicativo de aquellos tiempos. Los que hacíamos periodismo y teníamos pretensiones de hacer algo original miramos con mucho entusiasmo su aparición. Aún conservo la edición 1 que fui a comprar con mi pequeño hijo.
Eran inicios de los 90 y junto a Guillermo y Roberto teníamos un programa en canal 7. Tal vez era que solo existieran 5 opciones televisivas, o que no hubiera cable, o a lo mejor que hacíamos algo bueno; la verdad, creo que fueron las tres cosas. Lo cierto y contundente era que gozábamos de gran sintonía. Todo el mundo nos veía y por eso no tuvimos problemas para entrevistar desde Augusto Ferrando a Fernando Belaunde. Así que invitamos a Jorge Esteves, director de El Bocón. A la semana invité a Jorge a uno de esos canjes que nunca faltan. Fuimos al Caplina del buen Fernando Pacheco. Creo que ese día consumimos todo el canje. Chupamos y comimos duro. Luego me invitó a EPENSA a conocer la redacción. Ahí conocí a varios periodistas que hacían El Bocón. Esa fue la primera vez que vi a Daniel.
Fue luego de su programa en CPN donde empezamos a tener una relación más fluida. Desde entonces, cada vez que nos cruzábamos, terminábamos hablando de las tres pasiones que compartíamos: fútbol, periodismo y radio. Al final de cada conversa quedaba esa sensación de estar ante un posible gran amigo. Aunque nuestros encuentros eran esporádicos, siempre estaban cargados de mucho cariño y respeto. Con Daniel hubo un gran cariño y un gran respeto intelectual, cada vez que podíamos nos lo decíamos.
Una vez me dijo lo que era obvio: Tenemos que hacer un programa de radio juntos. Uy, sería la cagada, le dije. Nos lo decíamos en broma y en serio. El deseo era real, pero solo quedaba en eso.
Luego dejamos de vernos pero las redes nos volvieron a juntar.
Nos vimos varias veces en ISIL. Recuerdo que fui a verlo a una charla que daba a los chicos. Llegué tarde porque tenía clase. Justo Daniel hablaba de la pasión y detuvo su conversa para decir: "Y aquí el mejor ejemplo de pasión, el profesor, mi amigo Carlos Bejarano". Así era Daniel, generoso.
Mis alumnos son testigos, en clase, cada vez que les hablaba de un buen periodista deportivo, el primer nombre que salía era el de Daniel. Buen narrador, buena pluma, buen análisis y excelente conversador. Apasionado. Esa debe ser la palabra que mejor lo define.
Alguna vez, luego de una maravillosa conversa con Diego y Alan en el programa de Capital, lo llamé. Emocionado y emocional como soy, le dije que el mejor Daniel era el de la radio. Escribes bien, narras bien, pero tu medio es la radio. Conversamos largo sobre el tema en varias oportunidades. Ambos guardábamos un profundo amor por esa radio de conversación y tertulia. Esa radio que casi es una pieza de museo.
⁃ Tienes que venir a la radio.
⁃ Claro, le decía yo, con esa habitual distancia que suelo tomar ante algunas cosas.
Varias veces mis alumnos de la ULima e ISIL lo invitaron para grabar en sus programas. Y era una maravillosa oportunidad para nuevamente hablar de nuestros temas favoritos. Otro tema que salía por default era El Veco. Ese era otro tema en común. Daniel había sido amigo de Emilio Laferranderie y lo admiraba profundamente. Yo no era su amigo, pero había entrevistado un par de veces al Veco y habíamos creado una relación. Ambos, Daniel y yo, como tantos, habíamos gozado con su programa en radio El Sol.
Hace un año, alguna de esa gente loca que no falta, me propuso para un programa en CMD. Daniel me llamó con un tono emocionado a comunicarme que mi nombre había salido como posibilidad de integrar un panel. La buena nueva era una total novedad para mí. Tal vez ahora sí podamos hacer un programa juntos, me dijo. Tal vez. Ojalá, dije yo con total sinceridad. La llamada de un productor confirmó el interés y aunque no se concretó nada, pero fue lindo sentir ese cariño y ese deseo de Daniel.
Suelo decir que estoy preparado para todo y que la vida no me encontrará con los pantalones en las rodillas. Era mentira. Yo, que creía estar preparado para soportarlo todo con estoicismo, no pude contenerme ante la notica. Almorzábamos con mi esposa e hijo y en el micro noticiero de la 1.30 en La Inolvidable soltaron la noticia. Hacía tiempo que no lloraba tanto. Cómo me ha dolido tu partida, Daniel. Y junto a mí llora todo el Perú futbolístico. Y más allá.
Nunca pudimos hacer un programa, Daniel. Será para la próxima.
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