Ser negro en el Perú es un karma. Un pecado que se paga por alguna tropelía hecha en vidas anteriores. Por supuesto que ser negro no es malo. Es malo serlo en el Perú, país racista, excluyente, argollero y abusivo.
Ser negro en el Perú y además ser exitoso es más complicado aún. Por eso Mosquera es un atrevido que rompió un molde que Cubillas y Uribe se habían encargado de rajar.
"El agradecimiento es la memoria del corazón"
A finales del año pasado mi hijo insistía con que Mosquera era el entrenador ideal para Alianza. Es puro floro, le respondía. Me equivoqué. Acostumbrado al verso rioplatense, no todos por supuesto, sentí que su retórica era la misma del que vende cebo de culebra, la dieta para bajar 20 kilos en una semana o la yerba que te devuelve la virginidad. Grave error. Mosquera habla, dice, piensa y siente de manera distinta. Desde hace rato no solo le da a los periodistas argumentos para escribir y hacer notas divertidas, sino que además puso cacumen, sustancia, neuronas, a un medio donde no abundan estos ingredientes.
“El talento te lleva al umbral del éxito, pero el carácter te lleva a cruzarlo”Si fuera extranjero no habría problema. Porque así somos, pues. Si es de afuera, blanco y con dejo, lo adoptamos, lo nacionalizamos y hasta le damos a nuestra hija para que esté más cómodo. Si el que destaca es nacional, primero lo ignoramos, luego sospechamos y finalmente le exigimos que ratifique su habilidad.
“Hice lo que Andrés Avelino Cáceres: conquistar Huancayo para entrar a Lima”Por eso lo de Mosquera es atrevido. Porque en el Perú triunfar y ser negro no conjuga, es extraño. ¿Y cómo no serlo? Si la TV en sus simples pero masivos programas, nos dice hasta el cansancio que un negro solo puede ser empleado, huachimán, ratero y, en el mejor de los casos, deportista, cantante o bailarín. ¿Un negro que pueda pensar y decir cosas inteligentes? No, ¡qué va! Nicomedes y punto.
“Fracaso es la palabra a la que menos miedo le tengo porque ya pasé por eso”No hablo de fútbol. No discuto planteamientos, estrategias o formaciones. Ese es un tema que tratarán los especialistas o los que creen serlo. Me refiero a la forma en que Mosquera analiza el hecho. La manera cómo plantea sus ideas. Las metáforas que construye. Tampoco es Nicolás Guillén, claro, pero sabe utilizar su cabeza para algo más que golpear la pelota. Eso en un mundo de declaraciones monosilábicas, es toda una revolución.
“Dirigir a un equipo es como preparar un lomo saltado. Si te traen los ingredientes correctos, no te va a salir un arroz chaufa, sino un saltado”¿Podemos hablar de una filosofía Mosquera? En su relación con los medios, creo que sí. Recuerdo pocos entrenadores que hayan manejado conceptos tan claros y figuras tan contundentes. Además ostenta un récord que los buscadores de excentricidades podrían ubicar cómodamente en el libro Guinness: haber dado la conferencia de prensa más corta del mundo (35 segundos y 70 palabras). Un genio.
Lo de Mosquera no es floro, es pensamiento, idea, concepto, filosofía, manera de entender el fútbol y la vida. Ideas que parten de una persona que representa a un colectivo humillado y ofendido. Todo un mérito.
“Mi terno es italiano, pero mi corbata es bamba”En el país de “la letra con sangre entra”, es bueno que alguien haga una pedagogía más cordial. Yo me quedo con el buen decir de Mosquera. ¿Los carajos de la Málaga? Paso.
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