agosto 09, 2011

No se han ido...todavía están entre nosotros

    Hace algún tiempo, el profesor Leopoldo Caravedo contó sobre una campaña de alfabetización emocional realizada en Inglaterra. Las autoridades se habían dado cuenta de los problemas emocionales que tenían los ingleses y de su consecuencia social, por eso decidieron encontrar el remedio desarrollando la afectividad de su población. Creo que no estamos lejos de esto. Es más, Lima, los limeños, nos hemos convertido en personas amargas. Claro, no todos somos así, hay gente cordial, buena onda, pero en general los limeños somos desconfiados. Desconfiar es feo, desgastante y, por lo tanto, agotador. Una población así es, por utilizar una palabra, infeliz.
    Pienso en esto a raíz del tema de inseguridad ciudadana que nos preocupa tanto. Es bueno aplicar sanciones más duras pero, como siempre, las autoridades no atacan el origen del problema. Encarcelar de por vida a un delincuente puede estar bien, pero si no hay un plan para evitar que la gente delinca, el país se convertirá en una gran cárcel. El problema es tanto judicial/psicológico como sociológico.

    Nunca, ya tengo 50 años, escuché de un plan efectivo para reinsertar a la gente que sale de cárcel. ¿O tal vez algunos asumen que es algo genético, imposible de combatir? Sería terrible. Un excarcelado a veces no tiene otro camino que seguir que el robo. Nosotros, la sociedad, no le da espacio para otra cosa. Es lógico que terminen en lo de antes.

Las declaraciones de la flamante ministra de educación Patricia Salas son alentadoras pues habla de un problema estructural: "Nuestra sociedad está educando gente desconfiada". Escucho a la ministra y recuerdo una fantástica entrevista que hace unos años le hizo Patricia del Río a Constantino Carvallo. "La escuela está produciendo personas con sentido de inferioridad", dijo el educador. El tema, como siempre, es la educación y nuestra autoestima. Los peruanos tenemos bajísima autoestima. No todos por supuesto, pero sí los suficientes para que se convierta en un grave problema.

    Sumo a todo esto lo manifestado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación: "La CVR ha podido apreciar que, conjuntamente con las brechas socioeconómicas, el proceso de violencia puso de manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país".

    ¡Desigualdades que aún prevalecen en el país! Esto último hay que resaltarlo. En otras palabras, la CVR nos dice que aún subsisten las mismas condiciones que originaron el surgimiento de SL y el MRTA. Que tengamos otra manifestación de violencia similar a la del terrorismo es cuestión de meses o años. O tal vez ya nos encontramos dentro de ella.

    En nuestro país hay gente descontenta que siente que no pertenece a ese Perú exitoso alabado por los expertos de economía. ¿Cómo se sentirá el alumno de Huancayo cuando le niegan más presupuesto para su universidad, pero al mismo tiempo se inaugura un estadio de primer mundo? Es como decirle no me importas, no me interesan tus reclamos. La lógica consecuencia es el resentimiento. Somos un país con muchos resentidos.

    Hace doce años que enseño y lo primero que intento hacer con mis alumnos es mejorar su autoestima. Es cierto que un curso de periodismo no tiene como objetivo que la gente sea feliz, tampoco tengo argumentos para lograrlo, pero esa infelicidad es un lastre para cualquiera. Más aún para un periodista cuyas opiniones la gente repite.

Creo que el tema de la violencia es el resultado de la postergación y olvido de algunos sectores.


 

Fuente: RPP
Entrevista a Constantino Carvallo: (http://elcomercio.pe/edicionimpresa/html/2006-06-11/impEntrevista0521295.html)

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