diciembre 10, 2015

MASCHERANO Y JEAN VALJEAN


No tengo dudas: Víctor Hugo se inspiró en Mascherano para crear a su personaje del padre Myriel.
Leo Los Miserables por primera vez, ¿cuántas veces lo haré, tantas como Madame Bovary?, y de arranque me sorprendo con el padre Myriel. De inmediato me viene a la cabeza la imagen del jefecito Mascherano y “Chiquito” Romero.
La historia es conocida y por lo menos a mí me conmovió. Argentina jugaba ante Holanda su pase a la final del mundial Brasil 2014. Empatan, definirán por penales. Nervios lógicos, rezos y en ese momento más que nunca, una fe ciega en las cábalas. La ruleta de los penales, instancia sometida al estado emocional de los protagonistas, decidirá al rival de Alemania. Argentina puede llegar a una final después de 24 años y su contrincante puede ser, ironía de la vida, el mismo. El fútbol y su muchas veces inexplicable, pero repetido simbolismo.
De pronto la señal internacional se enfoca en Mascherano y Romero. El Jefecito habla y el arquero cabeza gacha, escucha como un niño lo haría ante su padre:

“Hoy te convertís en héroe”.

La palabra del Jefecito no se oye solo se presiente, pero igual retumba en todo el planeta.

Todo esto me vino a la cabeza leyendo Los Miserables.

Me explico.

Pienso en la contundente frase de Mascherano y lo importante que alguien crea en uno. No es común que en un momento difícil, así se encontraba Romero, alguien se acerque y te apoye. Cada uno está en lo suyo y piensa poco en el otro. Y como es lógico Romero está muerto de miedo. En el mejor de los casos alguien se acerca y le dirá la recurrente como inservible frase hecha. De pronto viene Mascherano y con autoridad, casi como una orden, lo mira a los ojos y le lanza la sentencia.

“Hoy te convertís en héroe”.

Igual de desamparado se encontraba Jean Valjean. Claro que hay diferencias. Para empezar no era arquero. Aunque el título lo sugiera, Los Miserables no es una historia de fútbol. Valjean era un delincuente que había estado en la cárcel casi dos décadas y literalmente era un apestado. Salió libre y nadie lo quería recibir debido a su pasado.

Con ustedes Jean Valjean:

“Me llamo Jean Valjean: soy presidiario. He pasado en la cárcel diecinueve años. Estoy libre desde hace cuatro días…hoy anduve doce leguas a pie. Al llegar a esta ciudad entré en una posada, de la cual me despidieron a causa de mi pasaporte amarillo, que había presentado en la alcaldía, como es preciso hacerlo. Fui a otra posada, y me echaron fuera lo mismo que en la primera. Nadie quiere recibirme. He ido a la cárcel y el carcelero no me abrió. Me metí en una perrera, y el perro me mordió. Parece que sabía quién era yo. Me fui al campo para dormir al cielo raso; pero ni aun eso me fue posible, porque creí que iba a llover y que no habría un buen Dios que impidiera la lluvia; y volví a entrar en la ciudad para buscar en ella el quicio de una puerta. Iba a echarme ahí en la plaza sobre una piedra, cuando una buena mujer me ha señalado vuestra casa, y me ha dicho: llamad ahí. He llamado: ¿Qué casa es ésta? ... “todo el mundo me tiene miedo. ¿Queréis vos recibirme? ¿Es esta una posada?”

Nadie lo quería. Hasta los perros lo rechazaban. Pero decir nadie es muy contundente cuando hay personas como el cura Bienvenido Myriel. Sin saber nada de él, y a pesar de esta presentación, lo recibe, confía. Esa confianza ciega y absurda me hizo recordar la escena de Mascherano y Romero. Cuando Myriel le da casa y comida, Valjean lógicamente se sorprende.

 “¿Me recibís? ¿No me echáis? ¿A mí? ¿A un presidiario? ¿Y me llamáis caballero? ¿Y no me tuteáis? ¿Y no me decís: "¡sal de aquí, perro!" como acostumbran decirme?. Yo creía que tampoco aquí me recibirían; por eso os dije en seguida lo que soy. ¡Oh, gracias a la buena mujer que me envió a esta casa voy a cenar y a dormir en una cama con colchones y sábanas como todo el mundo! ¡Una cama! Hace diecinueve años que no me acuesto en una cama.

Hacía 19 años que no dormía en una cama. Nadie lo quería hasta que un buen cura le abrió su casa. Claro que hay curas buenos. 

Mascherano y Romero, el cura Myriel y Jean Valjean. Sería bueno creer más en la gente así no existan motivos. Creer, simplemente por creer. Creer en alguien, que crean en ti, en el fútbol y en la vida, qué difícil y qué hermoso.

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EL PERDEDOR

     Me gustaba el box. Ya no. Disfruté mucho la época de los 80. Ray “Sugar” Leonard, Roberto “Mano de Piedra” Durán, Tomy Hearns, Marvin H...