marzo 05, 2014

EL AMOR Y LOS MÉDICOS


¿Alguien le ha dicho alguna vez que
tiene el tejido celular subcutáneo de
la zona glútea muy bien distribuido?
#piroposmedicos *

     Cuando escuché por primera vez La Bilirrubina de JL Guerra, no solo meneé las caderas como millones en el mundo, además me sorprendí de que una cuestión tan etérea como el amor pudiera relacionarse con algo tan serio como la medicina. Por un lado, la frialdad, exactitud y contundencia de la ciencia y por el otro, el caliente, inexacto y soñador amor. ¿Juntos? Imposible.

     Eso era lo que creía pero estaba equivocado.

     Amor y medicina han estado juntos mucho tiempo y no solo en ritmos tropicales. Seguramente con menos cadencia y ritmo, a mediados del 1200 el médico y teólogo Arnau de Villanova lanzó al mundo el primer estudio que describe al amor como una enfermedad. Tratactus de amore heroico señala que este mal se debe a una afección que ataca al cerebro en la zona de la facultad estimativa. **
    Y los síntomas del mal son: extenuación y debilitamiento del cuerpo, color amarillento, insomnio, falta de apetito, tristeza en ausencia de la persona amada o alegría en su proximidad. Como buen profesional, Arnau plantea un tratamiento para superar este trance sanitario: mostrar los defectos del ser amado, distraer el pensamiento con actividades agradables, dormir, conversar con amigos, pasear por la naturaleza, escuchar música, tener relaciones sexuales con "jóvenes especialmente placenteras" y sobre todo viajar.
    Como ya contamos en un artículo anterior, sabios de la talla de Antífanes, Basilio de Ancira y Máximo de Bologna, también se ocuparon del tema y describieron de manera similar sus síntomas y medicación. Alguien podría pensar que ubicar al amor como una enfermedad es una curiosidad que se quedó perdida en el tiempo. Nada más falso. En épocas recientes no son pocos los que creen que este noble sentimiento, que por estos días tiene su fecha jubilar, deba ser considerado un mal digno de merecer una farmacopea determinada.
    Años 70. Tiempos del flower power, de los excesos de Woodstock, del hipismo, de la masificación de métodos anticonceptivos, del amor libre. Formas de vida que no llegaron a “contaminar” a la psicóloga Dorothy Tennoy quien lanzó al mundo su Love and Limerence: The Experience of Being in Love, donde acuña el término Limerencia, del inglés limerence que se define como: “un estado involuntario interpersonal que implica un deseo agudo de reciprocidad emocional; pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivos-compulsivos, y dependencia emocional de otra persona”.

     O sea, enamorado hasta el tuétano.

     En este siglo el psicólogo inglés Frank Tallis publicó un estudio en la revista de la Asociación Británica de Sicología. Entre otras cosas dice: “El amor se puede considerar una enfermedad y sus síntomas son el insomnio, la falta de concentración, irritabilidad, depresión y una extrema sensibilidad”.
    Todos estos estudios y muchos más, nos podrían llevar a la conclusión equivocada de que los médicos se han ensañado con el noble sentimiento del amor y han tratado de rebajarlo a la categoría de mal. Nada más falso. Sirvan estas últimas líneas para resaltar el espíritu romántico de los galenos. Y no me refiero solo al jueguito del doctor que tantas satisfacciones nos ha dado. No. Hablo de un ser con una sensibilidad tan fuerte que no ha tenido problema para expresarla públicamente.
     No sé si será médico pero @ElessarJuan creó un hashtag #piroposmedicos que ha dejado expuesta una relación más divertida y cordial entre amor y medicina. Aquí algunos ejemplos:


- Esto no es priapismo, es que me alegro de verte.

- ¿Qué es la sinapsis? Mientras clavas en mi retina tu epitelio pigmentario azul del iris, ¿tú me lo preguntas? Sinapsis eres tú.

- Eres la enzima que encaja con mi sustrato.

- La curtosis de tus senos incrementa mi asimetría.

- Eres mi agente pirógeno, porque cada vez que te veo sube mi temperatura corporal.

- Quién fuera microorganismo saprófito para poder colonizarte.

- Si yo soy citosina... tú eres mi guanina.

- Eres anatómicamente perfecto pues yo te metía el endoscopio hasta ver tu epitelio endometrial.

- Ven para acá, que te voy a enseñar lo que es el entrecruzamiento de cromosomas.

- Quisiera ser la gripe para tenerte dos semanas en la cama.

- Quién fuera neumonía para robarte cada aliento...

- Quisiera ser catéter venoso central para llegar a tu corazón.

- Deberías figurar como etiología de la taquicardia supraventricular paroxística.

- Quién fuera plaquita de ateroma para vivir en tus arterias.

- Te lo juro, mis neurotransmisores están que sinaptan por ti.

- Tienes la culpa de la vasodilatación de mi circulación facial y consecuente enrojecimiento cutáneo.

- Quién fuera comprimido bucodispersable para disolverse en tu boca.

- Eres tan dulce que si me hicieran la prueba de la SOG cuando estoy contigo, sería diagnóstico de DM.

- Eres la sal de mi vida, porque haces que suba mi tensión arterial.

- Quisiera ser tu estetoscopio para andar colgado de tu cuello.

- Elevas mis niveles de guanosín monofosfato cíclico.


* @ElessarJuan
** Revista de la Universidad Autónoma de Barcelona

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