"Sean realistas: pidan lo imposible”
Muro de París. 1968
Fueron varias cosas. Fue la locura de Fidel Castro y su revolución en la nariz del gran imperio. Fue la independencia de algunas colonias africanas. Creo que también hicieron lo suyo las plumas de Wolfe, Mailer y principalmente el estilete de Bukowski. El rock también colaboró. Ayudó Hendrix, la invasión británica y la música negra. Y en general, los deseos de reivindicación de la cultura negra. Y Woodstock. Claro que hay que mencionar a Woodstock. La revolución sexual, el hipismo, las ganas de decir basta de tanto plástico. En realidad, Mayo 68 fueron varias cosas. Demasiadas.
La revuelta estudiantil de Mayo 68 cambió la historia. Más allá de las connotaciones románticas de oponerse al sistema consumista, Mayo 68, fue decir hasta aquí no más a un sistema que empezaba a cosificarnos. Y que terminó haciéndolo. El movimiento empezó en Francia, pero luego se extendió por toda Europa y llegó hasta América.
Francia fue el epicentro y, aunque no se habla mucho, el fútbol también estuvo presente en esas revueltas. Sí, esa actividad frívola, sin importancia, “deporte de brutos” como diría Borges, se contagió del espíritu estudiantil y se sumó a la lucha. Es histórica la foto en las que se ve a tres jugadores poniendo una bandera luego de haber tomado la sede de la Federación Francesa de Fútbol. Le football aux footballeurs, dice un cartel que se extiende a lo largo de dos balcones. “El fútbol para los futbolistas”, piden los jugadores. ¿Qué pasó? ¿Y por qué protestó el fútbol?
Las condiciones de trabajo eran muy precarias. Un futbolista firmaba un acuerdo y estaba obligado a quedarse en el club hasta los 35 años. Según cuenta Kike Peinado en su imprescindible Futbolistas de Izquierda, Léeme editorial, 2013, la selección francesa intentó protestar previo a un partido ante Inglaterra en la fase preliminar de la Eurocopa de 1962. Finalmente solo quedó en intento.
Si se menciona a Just Fontaine, los consumidores de estadísticas dirán que se trata del jugador que más goles hizo en un Mundial. Lo que se sabe poco es que el goleador fue uno de los que encendió la chispa que consumiría la pradera. Lo acompañó en este difícil trance Raymond Kopaszewski, aquel futbolista que finalmente se apiadó de los narradores y pasó a llamarse simplemente Kopa. Ambos formaron la Nacionale des Footballeurs professionnels, primer sindicato de futbolistas del mundo. Era 1961 y con la ayuda de Miroir du Football, casi clandestina revista del partido comunista francés, empezaron a publicar artículos y denunciar la condición de esclavitud que sufrían.
La jugada no fue fácil. Aunque la mayoría de futbolistas ganaba 170 francos, menos de la mitad de un trabajador promedio, el influyente L’Équipe decía: “Los jugadores ganan bastante dinero gracias a la generosidad de los presidentes. Son privilegiados y se equivocan al quejarse de los pequeños inconvenientes de su profesión”, cuenta Kike Peinado.
Había que protestar y se hizo. Y así como los estudiantes tomaron las universidades, los futbolistas tomaron la Federación Francesa de Fútbol. Y tuvieron rehenes. Uno de ellos fue Henry Delaunay, uno de los creadores de la Eurocopa.
Al final sabemos que triunfó el negocio por encima del fútbol. La FIFA se convirtió en la gran mafia que todos conocemos y de aquel juego pasional que tanto gustaba ya casi no queda nada. Al final ganó el sistema, pero nadie quita lo bailado.
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