No sé dónde termina el trabajo del profesor. En mi caso se prolonga mucho más allá de las aulas y desborda lo que nos dice el sílabo.
Ojo, pero no se trata de mí, se trata de ellos, de los chicos.
Todos los ciclos le propongo a mis alumnos realizar un trabajo social. En esta ocasión con los de la Universidad de Lima fuimos al Hospital del Niño. Otro grupo visitó los exteriores de la iglesia Las Nazarenas, para darle comida y compañía a un grupo de viejitos abandonados. Otros fueron al hogar Don Bosco, lugar donde unos padres le dan la oportunidad de trabajo y estudio a chicos de la calle. Y otros optaron por los hermanos menores, los animales. Claro que son importantes. Su lugar fue el parque Kennedy de Miraflores, lugar que concluimos, es una ciudad de gatos invadida por humanos. Con los chicos de la ISIL por tercer año consecutivo nos fuimos a Pamplona Alta. Una vez más les llevamos algo de alegría a los niños del proyecto “Pásala, fútbol y lectura”. Subimos el cerro, jugamos, vivimos un poquito con ellos, y afortunadamente les sacamos una sonrisa a los simpáticos cara sucia. Con los de ALAS aún no hacemos nada pero ya vendrá.
¿Qué propósito tienen estas visitas? Pues el de sensibilizarlos. Enseño periodismo y desde el primer día de clase les digo a mis alumnos que si no somos sensibles no podremos ser buenos profesionales. Todos tomamos como una máxima, una oración, un plan de vida, eso que tanto dice Kapuscinski: “Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona. De una mala persona no sale un buen periodista”. Lo creo profundamente y los chicos terminan creyéndolo. Claro que es difícil el objetivo de ser buena persona, pero por lo menos hay que morir en el intento. No sé, eso es lo que les enseño.
No soy religioso. Todo esto lo hago con la firme convicción de que la ayuda social es lo único que nos puede salvar. Ya no creo que la política resuelva nuestros graves problemas. No confío en los políticos, pero tampoco me quedo renegando. Creo que es la acción individual y solidaria lo que hará cambiar el mundo. Sí, así soy de ingenuo. Soy de los que creen que todavía se puede cambiar el mundo.
Sé que muchos chicos van a estas jornadas por obligación, moda o porque es algo kitsch. Y ese es el riesgo. Lo que ocurre es que tampoco se puede controlar el ánimo con el que hacen las cosas. Pero así como estoy seguro de esto, también sé que muchos chicos van a estas jornadas de corazón. Con la firme convicción de que un poquito cambiamos el mundo. Claro que hay quienes lo hacen porque son buenas personas y por supuesto que serán buenos periodistas.
Pero llega un momento en donde la teoría queda a un lado y lo que toca es actuar. Ya no por el curso sino porque la vida nos pone un reto. Eso nos ocurrió en ISIL.
Este ciclo a un grupo nos pasó algo que difícilmente olvidaremos en lo que nos queda de vida. Nuestro amigo William murió. Tenía 17 años y por si fuera poco dejaba una novia de la misma edad embarazada. No quiero entrar en detalles personales, solo quiero referirme al baby shower que le hicimos a Xavi. La jornada del domingo pasado fue lo más lindo que he vivido en mucho tiempo.
Con algo de miedo porque ya estábamos en vacaciones y el peligro de inasistencia era enorme, organizamos la fiesta del pequeño Xavi. Todos, mi esposa y el pequeño Adriano incluidos, esperamos ansiosamente ese día. Abrimos una página de Facebook y por ahí nos comunicamos. Y salió perfecta. Todos, desde su pequeño regalo hasta la enorme sorpresa de la cuna cortesía de la familia Del Castillo, cumplieron. Las chicas llegaron temprano para decorar el lugar. Y lo hicieron perfecto. Y Renata se hizo esperar, pero llegó cuando nuestra expectativa estaba al máximo. Llegó con su papá y la mamá de William y la verdad no sabía qué iba a pasar. Tenía una gran incertidumbre.
Y empezamos. Hubo un momento de lógico recuerdo de William. Hablo su mamá y creo que todos nos emocionamos. Y hasta algunos lloramos. Pero luego todo fue juego, vida, ilusión por la llegada de nuestro nuevo sobrino Xavi.
No sé si estará bien o mal lo que hago, y menos si les servirá de algo a los chicos. Pero lo del domingo 14 de diciembre me hace pensar que algo de la clase quedó en algunos. Me sentí emocionado y afortunado de ser parte de algo tan hermoso. Esa día chicos, hicieron feliz a una familia. Eso no tiene precio. Los felicito.
Incluso algunos se fueron pasadas las 3.30 a ver la primera final del campeonato. Créanme que lo valoro enormemente.
No soy de mencionar alumnos pero en esta ocasión lo voy a hacer. El trabajo de un profesor es más efectivo si cuenta con algunos aliados en el aula. En este ciclo fue invalorable el apoyo de Flavio Murillo en la U de Lima y de Vanessa Herrera, Noa, Dafne Borja, Omar Butrón, Jeffri y Arturo Ruiz en ISIL. Hay más claro, no se molesten a quienes no menciono. Fue un ciclo muy bueno. Lo de William fue terrible, pero la respuesta de muchos me hizo recuperar la confianza en el ser humano.
Gracias chicos.
Ideas, sueños, fantasías, rabias, conspiraciones, ternuras, fanatismos y preocupaciones de un peruano formado al ritmo de las canciones de Hola Yola, el Vaso de Leche del Tío Johnny y la Reforma Educativa del General Velasco. Que se iba a la camita con el Topo Gigio y juntaba sus álbumes de Editorial Navarrete. Algo más.... Twist y nada más
diciembre 17, 2014
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