Empieza el año y recuerdo los primeros días de colegio, el Federico Villarreal de la infancia, y a la querida maestra Cota. Empieza el año y recuerdo aquellos hermosos cuadernos Minerva que mi vieja compraba con tanto esfuerzo. Las hojas eran verdes y decían que te cuidaban la vista. “Cuadernos ópticos”, decía la publicidad. no sirvieron de mucho.
Empieza el año, decía, y me acuerdo de aquellos cuadernos. Recién forrados, con ese delicioso olor a Vinifan que este momento estoy sintiendo. Cuadernos impecables, que tanto le habían costado a mi vieja. El primer día de clase los mostraba con orgullo y hacía la silenciosa promesa de mantenerlos impecables. Y al comienzo así era. Las primeras hojas mostraban textos de esforzada letra azul con títulos rigurosamente subrayados en rojo. Los márgenes correctos. Incluso me animaba a poner pie de página. Todo estaba ordenado, limpio. “Cuidaré estos cuadernos y al final de año estarán como el primer día”.
Y siempre pasaba lo mismo. Tercera o cuarta semana y los subrayados, cuando no eran verdes eran negros, o simplemente desaparecían. Ya había varios “borroneados”, hojas rotas, manchas de alguna mantequilla caída una mañana de trabajo de última hora y las terribles orejas de los costados. Eso era lo peor. Las enormes orejas que le salían a mis cuadernos. Al cabo de un mes los Minerva estaban terribles. Con los años descubro que esos cuadernos eran la exacta distancia que me separaba del orden.
Empieza el año y recuerdo esa promesa de cuidar los cuadernos Minerva. Aunque ya no hay esas torturantes orejas, sí hay algunas promesas que deseo cumplir.
- Comer más despacio. Masticar más lento. Saborear más.
- No apurarme cuando camino. Disfrutar más del paisaje.
- Estar menos pendiente del reloj.
- Ser más consciente de mi respiración. Respirar más despacio y profundo.
- Leer más, especialmente poesía.
- Comer más vegetales.
- Consumir menos carne (¡Qué difícil es!).
- Tener otro hijo (¡Qué reto!).
- Operarme de la rodilla.
- Terminar de colgar los cuadros.
- Comer más pescado y menos mariscos.
- Publicar por lo menos un libro. Tal vez dos.
- Terminar el espacio para las fotos.
- Sacar la visa para visitar a mi hijo. Aunque esto depende poco de mí.
- Escribir más seguido en el blog.
- Retomar las clases de yoga.
Ideas, sueños, fantasías, rabias, conspiraciones, ternuras, fanatismos y preocupaciones de un peruano formado al ritmo de las canciones de Hola Yola, el Vaso de Leche del Tío Johnny y la Reforma Educativa del General Velasco. Que se iba a la camita con el Topo Gigio y juntaba sus álbumes de Editorial Navarrete. Algo más.... Twist y nada más
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4 comentarios:
Recuerdo que los únicos cuadernos Minerva que tuve fueron de triple renglón en tercero de primaria (año 2000). Luego tuve de marca Norma y hasta Stanford, pero todos tenían algo en común: las orejas, como usted lo mencionó, yo las ‘reparaba’ con un clip para que se enderecen.
Saludos y buen post.
Recuerdo que los únicos cuadernos Minerva que tuve fueron de triple renglón en tercero de primaria (año 2000). Luego tuve de marca Norma y hasta Stanford, pero todos tenían algo en común: las orejas, como usted lo mencionó, yo las ‘reparaba’ con un clip para que se enderecen.
Saludos y buen post.
usted mi hizo pensar.... saludos
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