mayo 24, 2005

¡TE DIJE QUE ESTABAS ENFERMO!*


    El epitafio ha perdido el protagonismo que tuvo. La cultura moderna, práctica, y apresurada, lo ha reducido a un simple trámite, tal vez el menos importante del rito funeral. Pero no siempre fue así. Reflexivo, sarcástico, lírico o simplón, el epitafio solía tener la personalidad del inquilino que habitaba tras el mármol: 

"Aquí descansa entregado a los gusanos el cuerpo de Benjamín Franklin impresor. Como la cubierta de un viejo libro al que le han arrancado las hojas cuyos dorado y título se han borrado pero no por esto la obra se habrá perdido, pues reaparecerá cual lo creía en una nueva edición revisada y corregida por el autor". 

    Al comienzo sólo se ponía el nombre del muerto y junto “hombre o mujer de bien”. Luego, se agregó el clan al que pertenecía. Fue en la antigua Roma donde el epitafio ascendió en la escala social mortuoria. Una inscripción anónima muestra el espíritu de aquella época: "He vivido mezquinamente durante toda mi vida, por eso os aconsejo que viváis más placenteramente que yo, la vida es así, se llega hasta aquí y ni un paso más, amar, beber, ir a los baños, eso es la verdadera vida, después no hay nada, no os fíes de los médicos. STTL". Las siglas finales significan: Sit tibi terra levis, (séate la tierra ligera) cuyo equivalente cristiano es RIP (Requiescat in pace) o descanse en paz. 
    Hay epitafios para todos los gustos. Soberbios y sin resquicio de remordimientos, como el de Sardanápalo: "No he hecho más que comer, beber y darme al placer; todo lo demás me ha parecido nada".  Reflexivos como el que se lee en la tumba de Platón: "Esta tierra cubre el cuerpo de Platón. El cielo contiene su alma. Hombre, sea quien fueres, respeta sus virtudes si eres honrado” Y obvios como el del Marqués de Sade: “SI no viví más fue porque no me dio tiempo”.
    El epitafio tenía una importancia sólo comparable a la que hoy tiene el testamento. Todos preparaban el suyo pues la muerte, ayer como hoy, nunca se tomó la molestia de avisar. En 1673 Moliere estrenaba la obra: “El enfermo imaginario” y en medio de la función el enfermo empeoró y murió. Pero este “detalle” no lo iba a sorprender sin epitafio, por eso, antes de partir Jean Bautista Poquellín, ese era su verdadero nombre, pidió a uno de sus actores que en su lápida pusieran la siguiente inscripción: Aquí yace Moliere el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace muy bien. Dicho esto, el genio murió. 
    A algunos no les alcanzó con las palabras. Arquímedes pidió que en su epitafio se grabara un cilindro dentro de una esfera, con el propósito de recordar a quien pasara, que a esas figuras les dedicó gran parte de sus investigaciones. En la tumba del matemático Jacques Bernoulli se ve grabado un espiral equiangular y la siguiente inscripción: “Eade, mutata resurgo. Aunque cambiado resurgiré.” Bernouli había descubierto un espiral que aparece en lugares tan dispares como telas de araña, conchas y disposiciones de semillas. Posiblemente, aunque sea bajo esas formas, pensaba regresar.
    El epitafio democratiza la muerte. Todos, famosos o desconocidos, trascendentes o insignificantes, tienen derecho a su inscripción. En la década del sesenta los periodistas Irwin Wallace y David Wallechinsky, recorrieron varios cementerios norteamericanos en busca de epitafios anónimos. Aquí algunos de sus hallazgos. En un cementerio de Massachussers colocaron en la tumba de un niño: “Como he muerto tan prontamente me pregunto ¿Para qué empecé?”. En Loussiana, alguien que no perdió su buen humor ni siquiera en estas instancias, puso en su sepulcro: "Aquí yace el cuerpo de Jonathan Blacke. Puso el pie en el acelerador en lugar de ponerlo en el freno". En Indiana, un profesor pidió que escriban en su tumba: "La escuela está cerrada, el profesor ha vuelto a casa". En un campo santo de Nueva Escocia encontraron uno que decía: "Aquí yace Esekial Aikle, edad 102 años, los buenos mueren jóvenes". Y demostrando que un epitafio no sólo puede hablar del muerto sino de quienes quedan, en Vermont, una viuda escribió en la tumba de su pareja: "Consagrada a la memoria de mi esposo John Barnes muerto el 3 de Enero de 1803, su gentil y joven viuda de 23 años posee excelentes condiciones de buena esposa y desea vivamente ser consolada".

    En Nicaragua, una víctima de los excesos del fundador de la dinastía Somoza, enseñó que los epitafios podían tener otros usos. Burlando la seguridad, este personaje puso en su tumba: Aquí yace Somoza, algo más podrido que en vida.
    Desde la caverna el hombre se empeña tercamente en superar lo efímero de su existencia. Para ello planta árboles, escribe libros y tiene hijos. Tal vez la manera más sencilla y menos costosa de trascender sea redactando su epitafio. A lo mejor, así, sorprendido por el ingenio, un periodista, aburrido de lidiar con los vivos, lo arranca del anonimato y devuelve el sonido de su nombre a los que aún vagamos por esta superficie. 

* Epitafio escrito en un cementerio de Georgia, Estados Unidos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es posible que muy pronto, muchos se limiten a poner de epitafio la dirección de su blog.

Sería interesante que algún peruano próximo a morir se animara.


"Aquí yace el poeta Vicente Huidobro: Abrid su tumba debajo de su tumba se ve el mar."

"Los soles se ocultan y pueden aparecer de nuevo pero cuando nuestra efímera luz se esconde, la noche es para siempre y el sueño, eterno." Cayo Valerio

"¿Quien fue el gracioso que me puso la ropa sucia donde debería estar mi paracaídas?"
Un exparacaidista

"Pobrecito, a ver si los gusanos lo quieren más que nosotros."
Anónimo

"Aquí yaces
y haces bien.
Tú descansas;
yo también."
Anónimo

"Fui lo que eres, serás lo que soy."
Anónimo

"Si queréis los mayores elogios, moríos."
Epitafio de Enrique Jardiel Poncela

etc

Anónimo dijo...

digamos que la palabra del muerto grabada en su tumba, es lo unico que se recuerda de el.

Angel Castillo Fernández dijo...

Las joyas que uno encuentra navegando entre blogs. Voy a poner un link de tu sitio en mi blog. Gracias por compartir tu arsenal anecdotario con nosotros, entrañable informalísimo.

Saludos!

Beba Newmann dijo...

Hola Carlitos:

No sabía que publicabas en Blogsperú. Un placer leerte. A pesar del tema, no deja de ser un encantador y reflexivo post, total creo que en la mala hora nos vienen a la mente las cosas más entrañables.

Como ya dije, un placer leerte.

ElCortaVenas dijo...

Cuanta informaciòn, Muy reflexivo. Aquí tienes a un lector màs.
Un abrazo.

Adán JP dijo...

Un honor leerte amigo, no dejes de publicar. Saludos!

EL PERDEDOR

     Me gustaba el box. Ya no. Disfruté mucho la época de los 80. Ray “Sugar” Leonard, Roberto “Mano de Piedra” Durán, Tomy Hearns, Marvin H...